Los 80 años de una Madre bella
La vida no es la que uno vivió,
sino la que uno recuerda,
y cómo la recuerda…, ¡ para contarla !
Gabriel García Márquez
Premio Nobel de Literatura
En el mundo de hoy, cumplir 80 años de vida es una verdadera proeza.
Es la demostración plena de que “Uno recoge lo que siembra”.
Si durante su juventud siembra amor, ternura y comprensión entre todos quienes lo rodean, esto es lo que recibe en la vejez.
Si, por el contrario, en su juventud siembra una existencia marcada por la rabia, la furia, los gritos y las riñas no solo con sus familiares, sino con sus vecinos y compañeros de estudio, trabajo o de Culto, eso es lo mismo que va a recibir cuando le llegue la edad de la vejez.
Isabel Andrade Beltrán es un ejemplo de la veracidad de ese dicho popular.
Durante su hermosa existencia siempre ha sembrado paz y amor entre sus familiares, sus compañeros de estudio, de trabajo y de Culto, además de todas aquellas personas con quienes ha coexistido en diferentes países.
De sus labios jamás ha salido una mala palabra y mucho menos una grosería, una vulgaridad o un chisme.
Desde su niñez y adolescencia se ha caracterizado por escuchar antes que hablar… por jamás discutir con nadie… por aconsejar con ternura, antes que regañar, gritar o pegarle a una niña… o a un niño. Así formó durante 20 años a dos hijas y dos hijos, quienes hoy públicamente dan testimonio de ello y con respeto y un amor infinito le agradecen la forma como les corrigió sus travesuras infantiles, sin ninguna clase de violencia verbal, ni física.
Precisamente por esa manera de ser, Isabel habla con voz suave en términos bíblicos:
“La blanda respuesta quita la ira,
mas la palabra áspera
hace subir el furor”.
Con esta reflexión Isabel da a entender que, con gritar, exaltarse y ofenderse mutuamente con vulgaridades en medio de una discusión, lo único que se logra es aumentar la ira, la rabia y la furia, entre dos personas que se acostumbran a enfrentarse por celos infundados, por malos tratos, por un malentendido o por cualquier motivo, y mucho más cuando se trata de riñas entre parejas que conviven bajo un mismo techo.
Si una de las dos personas ofende y le grita vulgaridades a la otra, la ofendida responde gritando más alto y con palabras mucho más vulgares, tanto, que parecen salidas de una alcantarilla y no de los labios de un ser humano. Al final el enfrentamiento se sale de control y uno de los que discuten arroja un objeto al rostro del otro. La respuesta muchas veces es la misma: Uno de los dos contendientes le causa la muerte al otro, a pesar de que un día le había jurado “Amor eterno”.
Por favor, bájele a la agresividad
Para que estas situaciones no ocurran conviene bajarle a la agresividad, recordar la belleza del amor de una mujer… la ternura con la cual ella lo trató durante la época del noviazgo… agradecerle el cariño con el que lo ha atendido siempre… y perdonar los errores que ambos cometen al enfrentarse.
El efecto de actuar así es maravilloso: el amor, la dulzura y la belleza de la relación de pareja, producen una sensación de paz y tranquilidad que perdura a lo largo de los años, favoreciendo al mismo tiempo el bienestar mental de unos hijos maravillosos que nacieron para alegrar un hogar con sus dulces travesuras y su amor de niños y adolescentes.
En el caso de Isabel, por ejemplo, sus hermanas y hermanos, su esposo, sus hijas e hijos, nietas y nietos, al igual que sus profesoras y compañeras de estudios, de trabajo y de Culto, jamás la han visto de mal genio.
Por el contrario, siempre la han visto sonreír con amabilidad, colaborar en todas partes con silencio y respeto hacia las personas que la rodean, además de inculcar en sus cuatro hijos y once nietos, valores morales como la honestidad, la decencia y la paciencia.
Estos atributos de la personalidad de Isabel son tan evidentes, que en Agosto de 2024, durante una reunión familiar en Canadá, en la casa de Cristina Torres Zabala y su hija Valeria, el jefe del hogar, Ingeniero Carlos Gómez Jaramillo, un profesional que labora en la industria petrolera de Fort McMurray (Provincia de Alberta), dijo poco después de conocerla:
“ ¡ A esta señora la hicieron y botaron el molde !… ¡ Como ella no hay dos !… ¡ Con solo verla y escucharla se siente la paz que inspira ! “.
Al oír los comentarios que muchas personas hacen sobre ella, Isabel conserva su humildad y responde con amabilidad y ternura:
“Es la paz que viene del Señor… es el conocimiento de Dios…, es el conocimiento de la sabiduría que se encuentra en la Biblia… Si las personas que tienen problemas familiares conocieran la Palabra del Señor y pusieran en práctica sus enseñanzas, mejorarían sus vidas y encontrarían paz y amor entre sus parejas…, entre sus hijas e hijos… Es decir, tendríamos familias bendecidas, pacíficas y felices”.
Los resultados de esta filosofía de vida cristiana de Isabel están a la vista:
- El 2 de Octubre de 2025 ella y su esposo Germán (el periodista que creó esta Página Web para rendirle homenajes públicos en vida), cumplen 62 años de vida juntos: 2 de noviazgo y 60 de un matrimonio que se ha caracterizado por el respeto total del marido hacia la esposa, no solo por su condición de mujer, sino para compensarla por haber dedicado su juventud y toda su existencia a formar a cuatro hijos y a atenderlo a él y a su anciana madre, María del Carmen Navarrete Gómez, sacrificando siempre su bienestar por atender a los demás, y
- La hija menor del matrimonio, María Isabel Navarrete Andrade, es hoy un vivo reflejo de la educación de la madre. Adora y dedica todo su tiempo a su esposo Oscar Torres Zabala y a sus hijos Santiago, David y Daniel, mientras simultáneamente trabaja en una multinacional canadiense y en fines de semana predica en las calles de Edmonton (Provincia de Alberta), la Palabra del Señor entre hombres y mujeres que sufren la adicción al consumo de marihuana, cocaína y fentanilo, para ayudarles a salvar sus vidas, sus almas y a recuperar a sus familias. Adicionalmente, estimulada por la guía espiritual de los pastores Abraham Zúñiga, Ismael Zúñiga y José Zelaya, de la “Iglesia Cristiana Getsemaní”, de Edmonton, María Isabel participa con entusiasmo cada Domingo en las Alabanzas del Culto, presenta testimonios y ora por la salvación de aquellas personas que sufren por toda clase de problemas en Canadá.
Los Andrade, una familia ejemplar
En el “Homenaje a una Esposa” –que se puede leer en Inglés en esta Página Web como “Tribute to a Wife” y en español en la Sección “Libros” bajo el título “Bodas de Oro Navarrete Andrade”–, el esposo de Isabel dejó en 2015 esta frase para la Historia, cuando cumplieron 50 años de casados: “Este fotolibro está dedicado con infinito amor a Isabel Andrade Beltrán, un ángel que cayó del cielo en forma de mujer divina, dotada de ternura y profunda sensibilidad humana. Ella sacrificó su juventud para dedicarse a criar a 4 hijos y durante 53 años, con dulzura, paciencia y sabiduría, ha convertido mi acelerada vida de periodista, en un oasis de paz y tranquilidad”.
Al reflexionar sobre la profundidad espiritual de esa frase histórica, es conveniente tener en cuenta que la formación de la personalidad de una mujer como Isabel no es el producto de la buena suerte, o de una casualidad. Es el resultado de la forma como sus padres manejaron su relación de pareja en la intimidad del hogar, tema que en esta Página Web es analizado en la Sección Libros bajo el título “El amor familiar es clave para el éxito de las niñas y los niños”.
La conclusión del documento señala que el buen trato y la armonía de las relaciones entre esposos, crea un ambiente de estabilidad emocional que beneficia a toda la Familia. Ese es el mensaje que dejamos hoy a quienes afrontan dificultades en su relación de pareja, en cualquier país.
El padre de Isabel, Emiliano Andrade Oviedo, quien aparece vestido con traje negro junto a su hermano Mesías, en la fotografía captada en el borde del sitio turístico denominado “La Piedra de los Suicidas”, en el Salto de Tequendama, ubicado en el área rural del Municipio de Soacha (Colombia), nació el 24 de Julio de 1920 en el Municipio de El Tambo (Departamento de Nariño) y llegó a Bogotá en 1942, a los 22 años de edad.
Aun cuando fue difícil para el joven abandonar el hermoso territorio nariñense que se caracteriza por montañas cubiertas de un intenso color verde de toda clase de cultivos y que inspiran bellas poesías de paz, amor y tranquilidad, Emiliano decidió trasladarse a la capital del país, con su hermano Mesías, para beneficiarse de las interesantes historias de progreso económico y social que le contaban sus amigos y familiares en su amado pueblo natal.
Al llegar a Bogotá, Emiliano se presentó ante el dueño de una lavandería del centro de la ciudad, de apellido Montoya, manifestándole que lo hacía por recomendación de un habitante de El Tambo. En ese lugar el joven aprendió a lavar y planchar trajes de hombre y contó con la fortuna de que el dueño del negocio le enseñó a coser y a reparar diferentes clases de ropa.
Mientras perfeccionaba sus conocimientos en todo lo relacionado con el arreglo, lavado y planchado de trajes, Emiliano conoció a una joven que preparaba los alimentos de María Quintero, dueña de un restaurante de la calle 14 con carrera cuarta. Se trataba de Magdalena Beltrán Peña, una atractiva muchacha nacida en Gachalá (Departamento de Cundinamarca), quien también había llegado a Bogotá en busca de empleo.
En Marzo de 1944 Emiliano y Magdalena unieron sus vidas y forjaron un hogar que se distinguió por las buenas relaciones de pareja. Nueve meses después, el 19 de Diciembre, en ese hogar humilde, ubicado en una antigua casona, frente al que más tarde se conoció como “El Parque de los Periodistas”, nació un ángel de bendición llamado Isabel.
Años después, por la habilidad que había demostrado en el ramo de la sastrería, clientes de origen israelí recomendaron a Emiliano ante la Administración del “Hotel Continental”, de Bogotá, para que se le encargara el arreglo exclusivo de los trajes de los huéspedes internacionales que visitaban Bogotá.
El afecto de los clientes por Emiliano era tal, que le pusieron nombre a su negocio: “Lavandería Standard”, ubicada en un pequeño local de la Calle 15 No. 4-14, al lado del periódico EL ESPECTADOR como se puede apreciar en la segunda fotografía del artículo “Mi niñez en EL ESPECTADOR”, que aparece en esta Página Web. Además, le diseñaron las libretas de los recibos que él entregaba a sus clientes extranjeros. Estos detalles se los reveló Emiliano a Isabel en su juventud.
El resultado de la paz que reinó siempre en el hogar de Isabel, se ha reflejado a lo largo de 80 años en la vida de ella… Y al mismo tiempo en la formación moral y espiritual de sus propios hijos y nietos.
Emiliano falleció el 13 de Marzo de 1998, en medio del amor de sus descendientes. Hoy le rendimos un sincero homenaje de admiración por lo que fue en vida y por lo que hizo por su Familia y por su país.
Poseedora de un carácter fuerte, pero a la vez tranquilo y conciliador, que le habían inculcado sus padres Roberto y Elisa, la joven Magdalena Beltrán Peña –nacida el 18 de Junio de 1922 en Gachalá (Cundinamarca), Colombia–, fue una mujer extraordinaria, que soportó largos años de dificultades por la carencia de recursos económicos suficientes para financiar diaria, semanal y mensualmente un hogar formado por ocho personas, al mismo tiempo que ayudaba a su marido a planchar, ordenar y entregar los trajes que les llevaban los clientes del “Hotel Continental”. El trabajo en equipo, al ayudarse mutuamente, hizo posible que la pareja consiguiera los dineros que se necesitaron en la primera mitad del Siglo XX para pagar el estudio de 6 hijos.
Magdalena falleció a la edad de 74 años, el 6 de Mayo de 1996. Le sobrevivieron sus hijos Isabel, Darío, Emilia, Rodolfo, Sixta Judith y Lucía, además de 15 nietas y nietos. Al contemplar hoy su bello rostro, recordamos con amor el carácter, la ternura y la dulzura con la cual crió a sus hijas e hijos.
Nueve años después de haber llegado a Bogotá, Emiliano Andrade Oviedo se distinguía por la elegancia heredada de su padre José Andrade y la dedicación al trabajo que le había inculcado su madre, Carmen Oviedo, en el bello municipio de El Tambo (Departamento de Nariño). Si bien era cierto que no contaba con dineros para llevar a su familia a sitios turísticos, el joven de 31 años se esforzó por darles a su esposa y a sus seis hijos un trato respetuoso y las comodidades necesarias para sobrevivir dignamente. En la foto, captada en 1951, el sastre exclusivo del “Hotel Continental” aparece durante una caminata con su hijo Darío, de 3 años, por los Cerros Orientales de la ciudad.
Los años 50 del Siglo XX constituyeron una “Época de Oro” para Emiliano, porque el modesto local donde vivía y funcionaba su lavandería, en el centro de Bogotá, se convertía cada fin de semana en el punto de encuentro de cantantes que se habían convertido en sus amigos después de ser los mejores clientes que le enviaban del “Hotel Continental”.
Por haber vivido intensamente esta época musical entre los 8 los 10 años de edad, Isabel recuerda que por la lavandería de su padre desfilaron el dueto de Garzón y Collazos; Zapata, un paisa que cantaba tangos acompañado de una guitarra y Oquendo, quien la transportaba a un mundo maravilloso cada vez que tocaba dulcemente su violín. Además, a veces le sacaba notas musicales a un serrucho, utilizando el arco del violín. Los cantantes y músicos llegaban a la lavandería de Emiliano después de salir de trabajar en un bar que estaba ubicado al frente del negocio del sastre.
En esas tertulias musicales Emiliano se extrovertía, cantaba y reía. Al día siguiente se concentraba de nuevo en sus pensamientos. En la foto Isabelita tenía 5 años y su hermano Darío 3. Desde esa época, la niña comenzó a rechazar la forma como se comportaban los hombres que cantaban hasta las horas de la madrugada, bajo los efectos del aguardiente, mientras su padre trabajaba planchando y planchando ropa, con una paciencia admirable.
En 1975 Emiliano se convirtió en fuente de inspiración comercial para su nieto Henry Mauricio, quien a sus ocho años seguía con gran curiosidad e interés la forma como su abuelo cosía ropa, lavaba y planchaba trajes y luego recibía dinero por su trabajo. Estimulado por este último detalle, el niño de escasos ocho años se sintió contento cuando recibía monedas por vender dulces a sus amiguitos en el colegio y por aumentar sus ahorritos mediante el alquiler de una pequeña bicicleta que le habían regalado sus padres. Otra fuente de inspiración fue su tío Rodolfo, de quien también heredó su amor por el comercio, cuando la familia vivía en el barrio “Ciudad Berna”, en Bogotá.
Isabel… una niña de rostro angelical
El alma, la pureza de sus sentimientos y la nobleza del carácter, han aflorado siempre en la mirada de Isabel Andrade Beltrán. Esas virtudes fueron las que descubrió a simple vista el hombre que hoy es su esposo, en 1963, cuando la conoció en la puerta del periódico EL ESPECTADOR, como lo narró poéticamente en el libro “Homenaje a una Esposa” (“Tribute to a Wife”), que se puede leer en esta Página Web. La fotografía fue captada en el Parque Nacional de Bogotá, cuando la niña tenía 8 años.
En 1953, cuando Isabel (primera de izquierda a derecha), cumplió 9 años de edad, ella y su hermano Darío (de traje negro y corbatín), celebraron el Sacramento de la Confirmación en la Catedral Primada de Colombia. La señora María Quintero –propietaria de un restaurante que funcionaba en la carrera cuarta con calle catorce, en Bogotá–, y su hermano Adolfo, fueron los padrinos de los niños. En la foto aparece, además, la niña Emilia Andrade Beltrán (cuarta de izquierda a derecha) acompañada de una amiguita.
Magdalena Beltrán Peña fue una más de las heroínas anónimas que sobreviven en Colombia a pesar de las dificultades. A la edad de 22 años se inició en el trabajo más pesado del mundo: Ser madre de 6 hijos, sin derecho a descansar en ningún momento, por tener que barrer el lugar donde vivía con su numerosa familia, lavar y planchar la ropa de 8 personas, salir a comprar diariamente alimentos en el centro de Bogotá para dedicar todo el día a la preparación de desayunos, almuerzos y cenas, el lavado de platos, ollas y pocillos, además de la tendida de camas y otros quehaceres domésticos.
Lo anterior con el agravante de que en esa época no había pañales desechables, en el hogar no tenían una licuadora y los jugos tenía que hacerlos con las manos. Para colmo, la joven debía lavar la ropa en un lavamanos. Magdalena también tenía la obligación de colaborar con el marido arreglando y planchando los trajes que él recibía del “Hotel Continental”.
La valiente y abnegada Magdalena aparece en el centro de Bogotá en compañía de sus hijos Darío, de 10 años, (al lado derecho de la foto), mientras a la izquierda aparecen Emilia, de 7 años y Rodolfo de 5. Este fue el ambiente en el cual creció Isabel, la hija mayor.
Isabel y su hermano Darío en el día de su Primera Comunión, en 1954. Desde esa edad, la niña consagró su vida a Dios y puso en práctica las enseñanzas de nobleza personal, respeto hacia sus hermanos, paciencia frente a los problemas y consagración al estudio y trabajo, que le fueron inculcando sus padres a medida que iba creciendo.
La hora del estudio y los deportes
Una de las épocas que recuerda con mayor cariño Isabel, es la del comienzo de sus estudios de primaria en el “Colegio La Veracruz”, regentado por sacerdotes de la Iglesia del mismo nombre y ubicado cerca a la Iglesia de Las Aguas, frente al lugar donde años más tarde sería construido el edificio del “Centro Colombo Americano”, en la calle 19 con carrera cuarta de Bogotá. La joven recordaba esta época porque marcó el inicio de su carrera como practicante de los deportes que le dieron la contextura y salud físicas que le han permitido conservar una existencia sana durante sus ochenta años de vida.
En la primera fila de la fotografía aparecen, de izquierda a derecha, Clara Alarcón e Isabel Andrade Beltrán y la niña que está detrás de Clara, era Clemencia Angarita. Otra compañerita de Isabel, de nombre Nohra Barandica, aparece de última en el extremo izquierdo de la gráfica, junto a varios padres de familia que asistieron a la presentación de sus hijas.
En 1959, a los quince años de edad, como se aprecia en esta foto captada en el Parque Nacional de Bogotá, Isabel se convirtió en una adolescente de belleza natural, poseedora de un rostro de piel suave y delicada, que nunca ha sido adornado artificialmente con cejas postizas y al cual jamás le ha aplicado sustancias químicas, ni polvos de color para resaltar lo rosado de sus mejillas, tan suaves como duraznos.
Así, al llegar a la edad más hermosa y romántica de una mujer, la joven se distinguió por ser una niña sana, fuerte por la práctica de deportes y poseedora de virtudes como la decencia, la ternura, el amor por sus padres y hermanos, la dedicación absoluta a los estudios y un vocabulario en el cual nunca ha habido lugar para groserías, vulgaridades, ni chismes. Además, porque siempre se ha sentido físicamente bien como es y nunca ha tenido la tentación de someterse a prácticas de cirugía estética que no se necesitan.
Estas fueron las cualidades de Isabel que cautivaron al hombre con quien formaría una pareja que nunca ha tenido enfrentamientos personales, en especial porque él siempre ha tenido el carácter de pedirle perdón cuando ha cometido algún error que la ha incomodado.
Desde 2004, cuando se jubiló para cederle el paso a las nuevas generaciones de reporteros, el esposo se ha dedicado por entero a compensar a Isabel el tiempo que ella invirtió durante su juventud para formar a los 4 hijos, mientras él viajaba por el mundo en actividades periodísticas durante meses enteros.
Hoy, Germán no siente que sea menos hombre por dedicarse a colaborar con su esposa en toda clase de actividades domésticas, desde sacar la basura, comprar el mercado, lavar la ropa y la loza, tender camas, barrer la casa y otros asuntos propios de un hogar. Una vez más se cumple el dicho popular: “Uno recoge lo que siembra”.
La ventaja de tener desde el comienzo un matrimonio libre de enfrentamientos personales y conflictos, facilitó la estabilidad emocional de cuatro hijos que están próximos a cumplir 60 años de edad cada uno. Además, les permitió el libre desarrollo de su personalidad y su progreso como profesionales en diferentes países.
Por estos detalles la relación de la pareja que se analiza en este artículo se sale de la intimidad de un hogar para proyectarse a nivel nacional en Colombia, un país en el cual los expertos indican que, de 50 millones de habitantes, el 10 por ciento (5 millones de personas), sufre enfermedades mentales y “uno de cada cuatro colombianos ha experimentado algún trastorno o problema de salud mental en algún momento de su vida”, según lo dicho por la Procuradora General de la Nación, Margarita Cabello Blanco, al instalar en Bogotá, el primero de Noviembre de 2024, el IV Foro “La realidad de la salud mental en Colombia”.
A causa de estas enfermedades mentales, las niñas y niños están siendo hoy las principales víctimas en el país suramericano: Los hechos lo demuestran:
El Ministerio de Justicia reveló, en Junio de 2024, que entre los años 2016 y 2023, en Colombia se han registrado 892.380 casos de violencia intrafamiliar. Como siempre, la mujer es la mayor víctima.
La situación se agrava al tener en cuenta que hasta el 31 de Octubre de 2024, en Colombia habían sido asesinados 375 niñas y niños dentro del hogar, o sacados del entorno donde se sentían seguros, para ser llevados a lugares donde se les quitó la vida con crueldad y en algunos casos de manera salvaje.
Para detener la violencia contra las niñas y niños, los gobiernos deben reglamentar políticas que prevengan las causas de las enfermedades mentales y desde la niñez, en escuelas y colegios, brindar una formación que demuestre a los adolescentes las ventajas de establecer desde el comienzo de un noviazgo, relaciones de pareja libres de conflictos, como la que aquí se está presentando.
En su época de estudiante de secundaria del “Instituto Distrital de Comercio”, que hoy se conoce como “Colegio Manuela Beltrán”, ubicado en el costado Occidental de la Avenida Caracas con calle 57 –en la vía que conduce al Estadio El Campín, en Bogotá–, Isabel Andrade se destacó por su afición a los deportes y la dedicación a sus estudios. En la gráfica aparece a la izquierda, acompañada por las jóvenes que han sido sus mejores amigas durante toda la vida: Inés Guzmán Umaña y Graciela Granados Fernández.
La vida de una mujer es maravillosa. Un día cualquiera, de repente, la niña de trenzas rizadas y juegos infantiles que los padres y hermanos han conocido, se convierte en una criatura preciosa, que atrae las miradas por su elegancia, rostro fresco, piel tersa y perfumada, como le ocurrió a Isabel. Así lo observaron en 1961 quienes eran sus amigas de estudios y los padres de ellas. En la gráfica, Inés Guzmán (a la izquierda), la acompaña durante un recorrido por la carrera séptima de Bogotá.
Inés Guzmán Umaña y Alfonso Avella López, quienes contrajeron matrimonio el 21 de Marzo de 1964, constituyen otra de las familias colombianas que han cumplido 60 años de matrimonio armonioso en 2024. Por esta circunstancia y porque han mantenido una amistad de toda una vida con Isabel Andrade Beltrán, se les incluye en este homenaje a ella.
En la foto superior, Alfonso e Inés en la época previa a su matrimonio y en la gráfica inferior, de izquierda a derecha, aparecen Edgar Avella Guzmán, Inés y Alfonso, Angie Avella Guzmán con sus hijos y Danna Abella con Oscar René Avella Guzmán. Sentados, en primera fila, aparecen los nietos.
En los años 70, Isabel compartió el entusiasmo de Inés y Alfonso por los progresos hechos con la venta de ropa para damas en el tercer piso de la Terraza Pasteur, ubicada en la carrera séptima con calle 24 de Bogotá. El negocio fue trasladado posteriormente al barrio Siete de Agosto, en el Norte de la capital colombiana.
El primer empleo, en ANALAC
En 1963 las oficinas de la Asociación Nacional de Productores Lácteos de Colombia (ANALAC), en Bogotá, se convirtieron en el lugar preferido de Isabel, porque le brindaron la oportunidad de aplicar en el trabajo todo lo aprendido durante su época de estudiante.
El primer empleo de la joven fue considerado por ella como una excelente fuente de conocimientos de la realidad ganadera del país y por eso siempre le agradeció a la Secretaria Ejecutiva, Edelmira Caro, la invitación que le había hecho para que se encargara de atender a los ganaderos que llegaban en busca de artículos para sus hatos en la Sabana de Bogotá, así como a productores de diferentes ciudades, quienes llamaban en busca de productos veterinarios para atender la salud de sus animales.
La foto fue captada en el primer día de trabajo de Isabel en ANALAC, entidad que en la segunda mitad del Siglo XX funcionaba en el sexto piso del “Edificio Nariño”, ubicado en la Avenida Jiménez número 11-28, en Bogotá, en medio de los vendedores ambulantes de San Victorino. Cincuenta años después el sector es el mismo, pero el número de puestos de venta de toda clase de artículos, ubicados a lado y lado de la Avenida, se ha multiplicado exponencialmente, obligando a los conductores de los buses articulados de Transmilenio a hacer toda clase de maniobras para transitar lenta y difícilmente por entre centenares de motocicletas, bicicletas y toda clase de personas que exponen sus vidas al atravesarse imprudentemente por entre los automotores.
La Diseñadora de Modas
A los 22 años de edad, Isabel se graduó como Diseñadora de Modas, título que le confirió el Instituto Parisién en 1966. Este fue el resultado del aprendizaje de las costuras que le enseñaron sus padres Emiliano y Magdalena en su niñez y adolescencia. Para aprovechar los nuevos conocimientos en beneficio de su familia, la joven puso su profesión al servicio de sus hermanas, hijas y nietas desde esa época y hasta el día de hoy.
En la foto superior la directora del Instituto le hace entrega del grado respectivo y en la foto inferior la joven aparece de primera a la izquierda, al lado de las niñas que también culminaron sus estudios de modistería.
Gracias… mil gracias por sus amables comentarios. Precisamente esa es mi manera de contribuir a que la Humanidad genere parejas que sean más felices: tratándose con respeto, con educación, sin necesidad de usar palabras vulgares. Para lograr ese efecto es conveniente mostrar ejemplos tan bellos como el de Isabel, esa linda Madre que supo crear cuatro hijos con amor…, con cariño…, con ternura…, sin necesidad de gritarlos, regañarlos o pegarles y sin jamás pronunciar una grosería y mucho menos una vulgaridad. Todos mis escritos están orientados a lograr que los hombres respeten a las mujeres… Y que ellas también hagan lo mismo hacia sus compañeros sentimentales. Porque en la medida en que la pareja sea feliz, comprensiva y decente… así mismo saldrán sus hijas e hijos. La única forma de que esto se produzca en los países, es a través de los dirigentes políticos, para que en los Parlamentos o Congresos, y luego en los Gobiernos, introduzcan políticas sociales dirigidas a que desde la niñez los seres humanos se traten con respeto. Si desde la niñez no hay bulling, tampoco habrá enfermedades mentales y disminuirán los suicidios entre adolescentes. Bendiciones para todos. Les deseo lo mejor del mundo.
Felicidades a Chavita, una gran mujer y fiel reflejo de lo que significa seguir a Cristo. Que el Señor los siga bendiciendo.
Gracias padre por este hermoso mensaje!
Padre me lo leí completo, me enteré de cosas que no sabía, me encontré con fotos ineditas, conocí lugares que sabía que existían y logré imaginar sus pasos recorriendo esos lugares con una juventud inferior a la que ya pasamos todos tus hijos hace muchos años.
Gracias por recrearnos de esa manera tan linda, aunque le.metiste el terror con esa historia completamente apartada de lo que es nuestra madre, pero entiendo que no puedes dejar tu vena de reportero y tus ganas de cambiar al mundo hacia algo mejor y co. Personas que se respeten y se traten como tu lo has echo en tu hogar con nuestra li da madre. Gracias Papo !!!!