Por ganar 3 becas de
la OEA casi me botan (I)

Cuando se es joven,
es cuando más duro se debe trabajar
para triunfar en la vida.

Autor anónimo

En la actualidad, ganarse una beca de la Organización de Estados Americanos (OEA), en Washington (Estados Unidos), es una bendición, por la dificultad para lograrlo y por la elevada competencia de estudiantes y profesionales que anhelan conseguir una para mejorar su posición laboral y económica, además de que uno de los requisitos para otorgarla –en algunos casos– es hablar perfecto Inglés.

Pero ganarse tres becas seguidas de la OEA en 1971, de dos meses de duración cada una, con tiquetes aéreos gratuitos, cocteles diplomáticos, viáticos en dólares y todo pago, para participar en el “Primer Curso de Periodismo Científico y Educativo”, en el prestigioso “Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina” (CIESPAL), de Quito (Ecuador), era prácticamente un sueño… ¡ era como ganarse una lotería !.

Pues resulta que en Marzo de 1971, hace 54 años, Germán Navarrete –aquel niño colombiano que solo alcanzó a estudiar hasta el quinto año de primaria y nunca pudo ir a la secundaria, ni a una Universidad por falta de plata y de apoyo por parte de alguien–, se convirtió en un afortunado latinoamericano que ganó 3 becas seguidas de la OEA.

¡¡ Y casi me botan del empleo porque permanecí becado seis meses, sin ir a trabajar durante ese tiempo en EL ESPECTADOR, el periódico con el cual había firmado un Contrato Laboral con exclusividad y a tiempo indefinido !!

Por eso es que, en la fotografía con la cual comienza este relato biográfico, el entonces Secretario General de la OEA en Washington, el argentino Alejandro Orfila, aparece felicitando a Navarrete por haber ocupado el primer puesto en cada una de las tres becas, durante medio año de estudios en Quito (Ecuador) y en Bogotá (Colombia), en competencia con otros 38 participantes de 16 países.

El acto fue presenciado por el entonces Magistrado Marco Gerardo Monroy Cabra, miembro de la Comisión de Derechos Humanos de la OEA en Washington y quien luego se desempeñó como Presidente de la Corte Constitucional de Colombia, en Bogotá, entre 2002 y 2003. (Foto de Luís Quintero González, del Departamento de Prensa de la OEA en 1971 y actual propietario de “Colombian Photo”).

Facsimil de la noticia publicada por el periódico EL ESPECTADOR, de Bogotá (Colombia), en la cual se explica la importancia de la beca concedida por la OEA a su reportero Germán Navarrete, para asistir durante dos meses al Primer Curso de Periodismo Científico y Educativo en el CIESPAL.

La ventaja de haber nacido pobre

En países del Hemisferio Occidental, según la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), se ha comprobado que cuando los tatarabuelos, los bisabuelos, los abuelos y los padres de un ser humano son pobres y carecen de educación, el niño o la niña que nace en uno de estos hogares…, no recibe educación formal…, ni cuenta con apoyo de alguien…, está condenado a vivir para siempre la misma situación de pobreza que todos sus ancestros.

Eso le pasaba exactamente al niño Germán Navarrete cuando nació el 30 de Julio de 1943, una época enmarcada por la Segunda Guerra Mundial que causó aproximadamente cien millones de muertos en 6 años de combates militares. La guerra comenzó en 1939 y terminó en 1945, cuando el menor tenía dos años de edad.

En los años siguientes, de manera natural y sin que nadie se lo explicara, la vida le fue demostrando al niño que ser pobre es un gran inconveniente para progresar en la vida.

Pero también de manera natural, desde los ocho años el pequeño Germán comprendió que, si se utilizan adecuadamente la inteligencia de la cual están dotados los seres humanos y la malicia indígena colombiana…, ser pobre se convierte en una ventaja, porque obliga al joven a ver la vida con ganas de superar los problemas con entusiasmo…, con espíritu positivo…, con ganas de aprender de todo…. y con el propósito de hacer las cosas bien y mejor cada día.

Modestia aparte, a los 82 años soy un ejemplo vivo de esa situación.

Como se explicó detalladamente en la Biografía “Una heroína anónima”, que se puede leer en esta Página Web, los abuelos de Germán –Magdalena Gómez Garzón y Juan Nepomuceno Navarrete Gutiérrez–, eran campesinos pobres y sin educación, quienes por ser víctimas de “La Guerra de los Mil Días” se ubicaron con sus siete hijas e hijos en los Cerros del Oriente de Bogotá (Colombia), en un lugar donde el agua lluvia pasaba por debajo de las camas de los niños, por el pronunciado desnivel que tenía “El Alto del Aguilucho”, en plena montaña, donde ellos vivían cuidando ovejas de habitantes del lugar.

Mi padre, Luis Antonio Santana Cano, fue un campesino tímido, que no aguantó la furia de su mamá, al enterarse que él había tenido un hijo con una mujer humilde. El atribulado hombre abandonó el hospital y la ciudad de Bogotá el mismo día del nacimiento de su hijo Germán, sin reconocerlo legalmente y regresó a su finca del Municipio de Pacho (Departamento de Cundinamarca), donde varios años después fue asesinado para robarle las pocas cosas que poseía.

En esas condiciones la madre del niño, María del Carmen Navarrete Gómez, difícilmente aprendió a leer y escribir y, como millones de mujeres de América Latina, durante toda su vida trabajó sola y sin descanso para contribuir al sostenimiento de sus padres, sus hermanas y su hijo.

Desde los ocho años de edad, en 1913, Carmen inició su vida laboral alquilando y vendiendo cuentos de tiras cómicas a 10 reales, que era la moneda vigente en esa época en Colombia. Después trabajó en múltiples oficios, desde los domésticos en la casa de Doña Luz Isaza de Cano y llevar al colegio a las hijas del ciudadano italiano dueño de “Almacenes Brando”, de Bogotá, hasta hacer el aseo de Linotipos, hornos de fundición de plomo y las instalaciones de Armada del periódico EL ESPECTADOR.

En la fotografía, Carmen aparece viajando en el “Vapor Puerto Berrío”, cuando la embarcación cruzaba al lado del puente metálico sobre el Río Magdalena, en la ciudad de Girardot (Departamento de Cundinamarca), Colombia. En su rostro refleja la tristeza que sentía en ese momento, porque un joven que la pretendía, de nombre Jesús Morales, le había prometido que se casaría con ella, pero a escondidas lo hizo con otra muchacha.

La agitada existencia de esta madre concluyó laboralmente en la “Panadería El Cometa”, que aún hoy funciona en la Calle 22 entre carreras 8ª y 9ª. de Bogotá. Sus sufrimientos terminaron cuando el único hijo, ya adolescente, la sostuvo con su modesto salario y luego la llevó a vivir con su esposa e hijos.

Autodidacta desde los 9 años

A los cinco años de edad el niño Germán Navarrete ya era conocido por los empleados de EL ESPECTADOR, porque su madre lo colocaba en un cajón grande de madera que contenía lingotes de plomo cubiertos con periódicos, mientras ella hacía su oficio.

A los 9 años el pequeño era incluido en las actividades familiares de los trabajadores, porque se había ganado el respeto de los adultos. Una de esas actividades consistía en llevar las arras en los matrimonios del personal de la Sección de Correo, como aparece en una de las historias biográficas del menor en esta página web.

A pesar del afecto que los trabajadores del periódico tenían por el niño, lo cierto era que los antecedentes sociales de sus ancestros indicaban que sería, simplemente, un pobre más en Colombia: sin educación secundaria, sin Universidad, sin futuro y sin nadie que se interesara por él.

Como lo reflejó el informe de la CEPAL, la pobreza de Germán provenía desde la época de sus bisabuelos por las consecuencias que dejaban las guerras políticas en las regiones donde ellos vivían: Guillermo Gómez Quiroga y Dominga Garzón Contreras por parte de la mamá y Miguel Santana e Inocencia Bello por parte del papá. Y se había prolongado con la pobreza de sus abuelos y padres. Es decir…, al igual que todos sus ancestros, Navarrete estaba condenado a la pobreza de por vida.

Pero fue precisamente esa situación, la que produjo el efecto contrario.

Al no tener juguetes en su infancia, no poder practicar deportes, ni contar con dinero para ser llevado a lugares de recreación, el niño comenzó a utilizar sus facultades mentales, su inteligencia y su malicia indígena, para abrirse paso en la vida.

En la caja de madera en la cual permaneció durante varios años, se familiarizó con los lingotes de plomo y cuando aprendió a leer convirtió los ejemplares de EL ESPECTADOR en su instrumento predilecto para conocer el mundo. Después buscó las noticias que publicaba el periódico EL TIEMPO y más tarde se volvió un lector apasionado del “Magazine Dominical” y las “Lecturas Dominicales” que publicaban los diarios, respectivamente.

Una vez conquistado su primer objetivo, aprender a leer, Germán aprovechó los seis años que llevaba viviendo en el sótano de EL ESPECTADOR y, por iniciativa propia, comenzó a observar todo lo que pasaba a su alrededor, para aprender algo de los trabajadores, que le pudiera servir para seguir adelante.

A los once años surgió un primer oficio que le llamó la atención y que, gracias al permiso del dueño del periódico, podía desempeñar: limpiar los “espacios” que separaban las palabras de los “lingotes”. Estos eran objetos que producían los Linotipos con el plomo de las barras que se derretían en los calderos de la parte posterior de las enormes máquinas.

El funcionamiento de este sistema antiguo de impresión de libros, revistas y periódicos, fue remplazado por el Sistema Offset a mediados del Siglo XX y hoy en día por las computadoras, las impresoras digitales y la impresión en 3D.

En Colombia, por tratarse de un tema que en la actualidad ha atraído el interés de jóvenes estudiantes de las Facultades de Comunicación Social y Periodismo –que no tienen ni idea de cómo se producían esas publicaciones hace 60 años–, este proceso industrial se explica detalladamente y con gráficos, en el artículo “Mi niñez en EL ESPECTADOR”, que se puede ver en esta Página Web.

Durante el año que trabajó en la Sección de Armada, el niño no solamente aprendió el funcionamiento de los Linotipos, sino que comenzó a leer al revés en los lingotes de plomo y entendió todo lo relacionado con la forma como se armaban las páginas del periódico, cómo esas páginas se fundían en plomo derretido, la manera como se colocaban en la Rotativa y finalmente cómo se producían los ejemplares del diario que se entregaba a los “repartidores” para que los dejaran en los hogares de Bogotá por debajo de las puertas y en el resto de ciudades del país.

Para un niño de once años, crecer en un ambiente tan interesante como es el de un Periódico, se convierte en algo fascinante y que atrae cada vez más, por los procesos que lo cautivaron en esa época: 1) Qué es la Armada de un diario; 2) Qué es una noticia; 3) Quiénes consiguen las noticias y cómo las hacen, etc.

Por eso, al llegar todos los días a las 6 de la mañana al “Edificio Monserrate”, mientras su mamá aseaba los linotipos y la Armada, el pequeño Germán terminaba su trabajo de “limpiador de espacios” en el sótano y después se dirigía al escritorio de los Editores Internacionales de EL ESPECTADOR, en el tercer piso, leía las informaciones que llegaban por el que entonces se llamaba “Teletipo” (una máquina de escribir de aproximadamente un metro y medio de altura, que funcionaba sin parar las 24 horas del día, cubierta con una tapa de plástico transparente para aminorar el ruido) y ordenaba las noticias por temas: Estados Unidos, Unión Soviética, China, América Latina, Iglesia Católica, Economía, Ciencia, Deportes, etc.

La primera vez que Germán hizo esto a tan corta edad, por iniciativa propia, sorprendió al Editor Fabio Isaza Uribe cuando él llegó a trabajar en su escritorio a las 8 de la mañana, miró varias veces las hojas recortadas y colocadas en orden, sin entender por qué estaban así.

Don Fabio no salía de su asombro y lo único que se le ocurrió fue preguntarle al primer periodista que encontró en la Redacción, Iáder Giraldo, quién le había organizado el trabajo. La conversación entre los dos periodistas se produjo cuando el pequeño Germán se encontraba a corta distancia de ellos:

Fabio Isaza: “ Oye Iáder… ¿ Tú sabes quién ordenó esto ?”

Iáder Giraldo respondió con el dedo índice de su mano derecha, señalando a Germán: “El niño”

Fabio Isaza: “¿ El niño ?”

Iáder Giraldo: “ Sí “

Fabio Isaza: “ No entiendo por qué lo hizo…, pero le quedó bien hecho, niño. Gracias. Siga haciéndolo que ahí va aprendiendo ”.

Quién iba a pensar que esa acción sencilla, que para el pequeño Germán no tenía más importancia que leer noticias y colocarlas en orden –como lo continuaría haciendo durante varios años–, se convertiría en el primer paso para entrar al Periodismo al año siguiente, cuando Don Gabriel Cano dispuso que fuera ascendido a la Redacción del periódico en calidad de mensajero y tres años después Don Guillermo Cano le dio la orden al Jefe de Personal, de que le encargara la tarea de recibir las Radiofotos de la United Press Internacional (UPI), como quedó ampliamente detallado en el artículo “Mi primera “chiva” en EL ESPECTADOR”, una primicia internacional que Navarrete consiguió a la temprana edad de diecisiete años y que aparece en esta página Web.

En Washington se definió mi destino

Hoy recuerdo con emoción que gracias a mi iniciativa de revisar diariamente las noticias internacionales que llegaban a la Redacción de EL ESPECTADOR, resulté becado en tres oportunidades seguidas desde este “Templo de la Democracia”, que es la OEA en Washington. (Foto del Departamento de Comunicaciones de la OEA, descargada de Google).

Esto fue posible porque un día de Febrero de 1971, en una noticia de la UPI procedente de Washington, leí que la OEA ofrecía becas para periodistas jóvenes de América Latina, interesados en participar en el “Primer Curso de Periodismo Científico y Educativo”, que se realizaría durante dos meses en el CIESPAL, en Quito (Ecuador).

Al terminar de leer la noticia fotocopié el original, lo dejé en el escritorio de los Editores Internacionales y salí corriendo para las oficinas del Instituto Colombiano de Crédito Educativo y Estudios Técnicos en el Exterior (ICETEX), ubicado a corta distancia del periódico y pregunté cómo participar. Aún hoy, a mis 82 años, recuerdo la emoción que sentía ese día, al pensar en lo que significaba para mí una posible beca de periodismo de la OEA en el extranjero.

Al regresar al diario compartí la información con Don Fabio Isaza Uribe y le pregunté si él podría respaldarme, certificando en el Formulario del ICETEX que en ese momento me desempeñaba como Asistente de la Sección Internacional del periódico. Después de obtener su apoyo por escrito, hice lo mismo con el Jefe de Personal, Alberto Garrido Solano, quien certificó que desde el 12 de Enero de 1967 trabajaba como Redactor Judicial, era empleado de planta y tenía el apoyo del periódico para participar en la beca ofrecida.

Un mes después de haber entregado el formulario en el ICETEX comenzó mi preocupación al notar que no recibía respuesta alguna por parte del Instituto.

En la segunda semana de Marzo de 1971 no aguanté más y me presenté de nuevo en el ICETEX. Para mi sorpresa, la funcionaria encargada de las Becas Internacionales me contestó: “Su Beca fue aprobada hace quince días por la OEA en Washington. Si se hubiera demorado una semana más, la habría perdido”.

De la emoción se me olvidó todo lo que tenía que hacer ese día y regresé corriendo al periódico. Me presenté ante Don Guillermo Cano Isaza y le conté lo sucedido. Él compartió mi entusiasmo y me sugirió hablar con el Jefe de Personal para tramitar lo que fuera necesario para ir al curso. A partir de ese momento no hacía sino pensar en la gran oportunidad que se me había presentado y no dormía tranquilo, pensando en el viaje.

Durante los trámites para preparar el vuelo a Quito, alguien de la Sección Administrativa le hizo caer en cuenta al Gerente General, Don Luís Gabriel Cano Isaza, que no podían pagarme salario durante las semanas en las cuales no trabajara en el periódico. Ese detalle era lo que menos me importaba y le dije a Don Luís Gabriel que yo estaba de acuerdo en ir al curso sin necesidad de que EL ESPECTADOR me pagara sueldo. Para mí era un honor que me permitieran representar al periódico.

Los días previos al viaje fueron excitantes. Mi madre, mi esposa y mis hijos también estaban emocionados. En ese momento Germán Darío tenía cinco años, Henry Mauricio cuatro y Ana María tres.

Y el 20 de Marzo de 1971 llegó el gran día porque el curso comenzaría el Lunes de la semana siguiente. Con besos y abrazos me despedí en el aeropuerto de mi madre, mi bella esposa y mis hijos, e inicié el viaje al Ecuador, pensando no en divertirme, sino en sacar el mejor provecho intelectual de la beca.

Al llegar al CIESPAL en Quito, por la autodisciplina que me había impuesto desde muy niño, lo primero que hice cuando me entregaron la documentación del Curso, fue revisar uno por uno los nombres de los otros 38 participantes, e hice énfasis especial en la trayectoria profesional de cada persona.

Al terminar la lectura del documento vinieron a mi mente reflexiones que me impulsaron para hacer el máximo esfuerzo durante las semanas siguientes: Todos los participantes son mejores que yo. Todos tienen estudios de periodismo y la mayoría desempeña cargos importantes en Radio, Televisión, Prensa, Ministerios y Universidades. Yo soy apenas un simple reportero primíparo.

Hoy recuerdo perfectamente la decisión que tomé, pensando en mi madre, mi esposa y mis hijos: Voy a dar lo mejor de mí…, voy a concentrarme en cada conferencia y en cada presentación técnica. Vamos a ver de qué soy capaz.

La emoción embarga mi espíritu al recordar que han transcurrido cincuenta y cuatro años desde el instante captado por esta fotografía histórica el Lunes 22 de Marzo de 1971, en la Sala de Conferencias del Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL), en Quito, Ecuador, cuando el Director General del Centro, Gonzalo Córdova G., le dio la bienvenida a 30 participantes de 16 países y a 9 estudiantes y egresados de la Escuela de Ciencias de la Información del Ecuador. (Foto de Luis A. Enriquez, del “Cronista Gráfico”, de Quito).

De izquierda a derecha, en primer plano, aparecen Germán Navarrete, Redactor del diario EL ESPECTADOR, de Colombia; Juan Ramírez, Redactor y Jefe de Segunda Sección del matutino “Presencia”, de La Paz (Bolivia); Waldo Pinto, Redactor y Jefe de Página de “El Diario”, de La Paz (Bolivia) y Mario Cañipa, Redactor de “Jornada” y Director de Relaciones Públicas del Ministerio de Educación de Bolivia.

En la segunda fila, de izquierda a derecha, aparecen Yehudi Monestel, Jefe de Redacción de “Eco Católico”, de Costa Rica; Alejandro Agurto, Presidente del Colegio de Periodistas del Ecuador; Víctor G. Candia Gómez, Jefe de Informaciones de la Dirección General de Educación, en la Subsecretaría de Estado del Ministerio de Educación de Asunción (Paraguay); Carmen Mena, funcionaria del Departamento de Extensión en la Universidad de Chile y periodista de la revista “Aquí Está”, de Santiago de Chile; Wagner Abril, del Instituto de Comercio Exterior e Integración de Quito (Ecuador) y Leonor González, ayudante de la Dirección en Inter Press Service (IPS), de Bogotá (Colombia).

La presencia de 30 comunicadores de 16 países en la ciudad de Quito, capital del Ecuador, representó una gran oportunidad para que los Embajadores de esas naciones ante el Gobierno del Presidente José María Velasco Ibarra, se organizaran para contar cada una con un día diferente para poder atender a los periodistas y explicarles los beneficios económicos de mejorar el comercio con sus respectivos países.

La gráfica fue captada durante el homenaje que la Embajada de Bolivia ofreció a los participantes en el Primer Curso de Periodismo Científico y Educativo. (Foto de Luis A. Enriquez, de “Cronista Gráfico”, de Quito).

De izquierda a derecha aparecen, en primer lugar, Germán Navarrete, de Colombia, con el Padre Roger Vekemans, de Bélgica. La cordialidad surgida entre el periodista y el sacerdote jesuita se debió a que el reportero se interesó por la “Teoría de la Marginalidad” que el religioso había puesto en práctica en América Latina desde hacía varios años.

En el encuentro diplomático, el Padre Vekemans explicó al periodista que los pobres que en América del Sur vivían al margen de las sociedades, podían liberarse de esa actitud mental si participaban en lo que él denominaba “Revolución en Libertad”, mediante la construcción de viviendas baratas, creación de cooperativas, formación de líderes sindicales y capacitación de campesinos considerados líderes agrícolas.

En respuesta, Navarrete le explicó al Padre Vekemans que en Colombia esas metas ya habían sido asumidas por el Estado. Al respecto recordó que el Presidente liberal Alberto Lleras Camargo había creado el “Instituto Colombiano de la Reforma Agraria” (INCORA) para redistribuir la tierra entre los campesinos pobres y promover el desarrollo agrario, mientras que años después el también Presidente liberal Carlos Lleras Restrepo, promovíó la Acción Comunal para enseñar a los habitantes de las ciudades a auto construir sus viviendas y participar en la formación de líderes sindicales mediante los cursos que realizaba la Confederación de Trabajadores de Colombia (CTC), con apoyo del Gobierno.

De todas maneras, como el Padre Vekemans apoyaba la “Teología de la Liberación Política”, sus concepciones filosófico-religiosas eran rechazadas por los sectores conservadores de la Iglesia Católica en Roma y en países de América Latina, por ser consideradas de índole marxista-comunista.

Las otras cuatro personas que aparecen en la fotografía son, de izquierda a derecha, el periodista Waldo Pinto (de anteojos oscuros y sonriente), de Bolivia; el Embajador de Bolivia en Quito (de anteojos claros); el Cónsul de Bolivia (quien sostiene un vaso en la mano) y el periodista Jaime Naranjo, de Ecuador.

El Profesor español Manuel Calvo Hernando –de anteojos–, fue el encargado de plantear temas como “El desafío de la Información”, “Ciencia y Literatura”, “Generalidades sobre la Redacción de Divulgaciones Científicas”, “Los géneros periodísticos y la divulgación científica”, además de “El periodismo científico en América”, ante los 39 participantes de 16 países en el curso promovido por el CIESPAL en Quito.

Después de la clase, el reportero Navarrete (a la izquierda), se reunió con el profesor para comentarle que el tema “Las comunicaciones por satélite”, tenía relación directa con la manipulación del Equipo de Radiofotos de la UPI, que el joven había puesto en práctica a los 17 años de edad, para “interceptar” por el espacio la fotografía del asesinato del candidato a Primer Ministro de Japón, Inejiro Asanuma, enviada por la AP vía satélite y de manera exclusiva, al diario “O Globo”, de Brasil, pero que por la travesura del joven Navarrete había aparecido al día siguiente en Colombia en el diario EL ESPECTADOR, con el máximo despliegue en su primera página, dando como resultado una demanda de la AP contra el periódico bogotano por haberlo hecho sin consulta previa, ni pago de los Derechos de Autor. Esta fue la primera vez en la cual Navarrete estuvo a punto de ser despedido por su audacia juvenil.

La historia, que en 1971 se consideró como “una novela”, se puede leer en esta Página Web. (Foto de Luis A. Quintero González).

En la conversación de la gráfica intervino la periodista Leonor González, ayudante de la Dirección en Inter Press Service (IPS), de Colombia, quien aparece entre el reportero y el catedrático. (Foto de Luis Quintero González, del Departamento de Prensa de la OEA).

Todos se van y Navarrete queda solo

Al darles la bienvenida a los asistentes al Curso de Periodismo Científico, el Director Gonzalo Córdova había explicado las reglas del evento:

  • 1) Cuando la OEA aprobó la creación del “Centro Interamericano para la Producción de Material Educativo y Científico”, en Bogotá, decidió simultáneamente que el CIMPEC trabajara en coordinación con el CIESPAL en Quito y encargó a este último la tarea de realizar el Curso;
  • 2) Una vez efectuadas las conferencias, los 39 participantes deberán presentar tres trabajos periodísticos, que una vez revisados por expertos en Quito, serán remitidos a expertos en Bogotá para su evaluación;
  • 3) En el momento oportuno CIESPAL presentará un informe interno sobre el rendimiento de los participantes y finalmente los dos Centros seleccionarán a tres de los 39, para conceder a los ganadores una segunda beca de estudios, en la ciudad de Buenos Aires, capital de la República Argentina, con todos los gastos pagos y viáticos en dólares; y
  • 4) El primer trabajo escrito, para tener opción a la segunda beca, consistirá en un artículo sobre el libro “Explorando el Océano”, de Daniel Behrman, de los cuales 14 ejemplares quedaron en la Biblioteca, con la obligación de devolverlos cuando los participantes entreguen sus informes, con el propósito de permitirles a los restantes asistentes elaborar los suyos. Córdova advirtió que cada palabra de carácter científico o tecnológico, que hicieran parte del artículo, debía ser explicada en términos sencillos y en lenguaje corriente.

En este momento vienen a mi mente, con una sonrisa, las caras de sorpresa con las que nos miramos los tres bolivianos y yo en la mesa en la cual estábamos ubicados, porque Juan, Waldo y Mario comenzaron a hacer chistes sobre quién sería el ganador de la segunda beca para viajar a Argentina. Y al terminar la introducción del Director Gonzalo Córdova, ese continuó siendo uno de los temas de conversación en la cafetería del CIESPAL.

El interés por la segunda beca disminuyó con el paso de los días, en especial cuando se solicitó que asistiéramos a una conferencia sobre la “Planificación del Desarrollo Cultural a través de la Comunicación Colectiva”, a cargo del Profesor Joffre Dumazedier, quien nos dividió en tres grupos de trabajo.

Después de varios días de conferencias, charlas técnicas y noches de reuniones prolongadas en bares y restaurantes de Quito, la mayoría de participantes solo hablaba de una invitación: El Presidente José María Velasco Ibarra había puesto a disposición del CIESPAL el transporte necesario para que los asistentes al Curso visitaran las “Islas Galápagos”, el archipiélago volcánico del Océano Pacífico, que el gobierno ecuatoriano recomendaba como uno de los destinos turísticos más importantes del mundo para los amantes de la fauna silvestre.

En ese fin de semana las oficinas del CIESPAL y los alojamientos donde se hospedaban los participantes en el Curso, quedaron desocupadas por tres días: Todos aprovecharon la invitación presidencial y se fueron de paseo por las “Islas Galápagos”.

Todos, menos uno: Germán Navarrete.
¿ Por qué ?

Porque había sacrificado sus ganas de viajar a semejante lugar tan bello e importante para la ciencia mundial, por irse de compras: Caminó varias cuadras por las calles de Quito llenas de lugares encantadores y pintores famosos, hasta encontrar un lugar donde comprar una pequeña máquina de escribir portátil “Royal”. Con ella en un talego de lona regresó a su hotel… ¡ y se dedicó a escribir en la soledad de su habitación durante tres días ¡.

Al comenzar la semana Germán se presentó ante el Director del CIESPAL, Gonzalo Córdova, y le entregó el original del primer trabajo escrito que habían solicitado. Lo tituló “ El Mar: Basurero Mundial ”.

Durante los días siguientes los becarios y los profesionales que concurrían al Curso se dedicaron a preparar un documento del CIESPAL, que pedía:

  • 1) Un análisis general sobre el periodismo en cada uno de los países de los participantes, incluyendo datos estadísticos sobre el número de diarios, de radiodifusores y canales de televisión, especificando el régimen general bajo el cual operaban;
  • 2) Información sobre circulación de los periódicos y datos estadísticos relacionados con los aparatos receptores de radio y televisión;
  • 3) Cuántas Escuelas de Periodismo había en cada país y cuál era su relación con los Medios de Comunicación;
  • 4) Una breve explicación sobre las publicaciones y programas de carácter científico y educativo que difundían los Medios de Comunicación Colectiva en cada uno de los países representados, y
  • 5) Una breve sinopsis del uso de Medios de Comunicación Colectiva para programas escolares, de educación media o para la educación de adultos, tales como Telecentros, escuelas radiofónicas, o páginas publicadas, especificando de qué materiales didácticos disponían los países para su uso en escuelas o Centros de Alfabetización.

CIESPAL le concedió al documento la máxima importancia y al comprender que no todos los asistentes dominaban esta clase de datos estadísticos, permitió que se hiciera una exposición verbal por país, a cargo de alguien que conociera el tema y un día después se efectuara una Mesa Redonda para analizar los problemas del periodismo en América Latina.

Para complementar la información relacionada con Medios de Comunicación Colectiva en ciudades del continente, CIESPAL envió a los participantes a realizar entrevistas con personas residentes en Quito, advirtiéndoles previamente que no se les solicitaba la identidad, sino sus datos con fines de estudio. El documento y el aporte de los 39 participantes fue utilizado después como base para una reunión de expertos de la OEA, en Washington.

Habían transcurridos varios días desde el momento en el cual Navarrete entregó el artículo “El Mar, Basurero Mundial”, cuando el Director del CIESPAL le preguntó: “Oiga Germán ¿ Por qué usted es el único que ha entregado un trabajo ?… Se lo pregunto porque ya se acerca el momento en el que deben presentar el segundo escrito y se les van a acumular ambos para el mismo día”. Respetuosamente el reportero le dijo que no sabía y entró a otra conferencia.

Se trataba de una de las clases más complicadas pero interesantes: “Introducción a la Biología”, del Profesor Carlos Chiriboga, que tuvo como temas centrales los siguientes: “El hombre, nociones acerca del funcionamiento de los principales sistemas orgánicos”, “El sistema nervioso” y “La sangre y los Grupos Sanguíneos”.

Navarrete llenó varias hojas con apuntes sobre lo explicado por el Profesor Carlos Chiriboga y al terminar “voló” a su cuarto de hotel. Allí, en la soledad de la habitación, pasó a un idioma entendible –en máquina–, los datos de la charla. Después se concentró durante varias horas en la elaboración del segundo trabajo periodístico que CIESPAL había solicitado al comenzar el Curso.

Nuevamente, a las 8 de la mañana del siguiente día, el joven reportero primíparo le entregó el escrito al Doctor Gonzalo Córdova, quien no ocultó nuevamente su sorpresa porque Germán fuera el primero en hacerlo.

La situación se repitió por tercera vez días antes de concluir el Curso, cuando tuvo lugar otra de las conferencias de profundidad científica: “Bioquímica”, que a última hora fue cambiada por la tarea que habían asignado para reescribir un artículo denominado “La Espectroscopia, ojo de la Ciencia”.

Una vez más Navarrete tomó apuntes, los reescribió en su cuarto de hotel, elaboró el tercer trabajo que habían solicitado y lo entregó al Director General.

Pocas horas después la Sala de Conferencias del CIESPAL parecía un “enjambre de abejas”: En el recinto, 38 participantes tecleaban sus máquinas con tanto entusiasmo que el ruido era ensordecedor. Todos trataban de concentrarse mentalmente para elaborar sus escritos, pero no era fácil porque unos gritaban…, otros conversaban…, mientras otros más miraban hacia el infinito, meditando sobre cómo escribir un texto coherente y sin errores.

El único que estaba tranquilo en ese momento era Navarrete, porque había entregado los 3 trabajos antes de que los demás participantes comenzaran a elaborar los suyos.

De repente se escuchó a Carmen Mena, la periodista chilena de la revista “Aquí está” y funcionaria del Departamento de Extensión de la Universidad de Santiago de Chile, quien pidió ayuda gritando: “No pude copiar datos de la conferencia de Bioquímica… ¿ Alguien puede ayudarme ?”.

Pero nadie respondió. Todo el mundo estaba absorto en su propio escrito y solo se miraban el uno al otro… o a la otra. Las horas corrían y se acercaba el momento de entregar los tres trabajos a la vez. Algo que no era nada fácil por el entorno del momento.

Ante esa situación y comprendiendo la angustia de la periodista, Navarrete se dirigió al lugar donde ella estaba y le dijo: “No se preocupe… Aquí está toda la conferencia”. Y le entregó sus apuntes. Con el acelere que tenía, Carmen solo acertó a decir: “Gracias” y se concentró en la lectura de los papeles, mientras Germán se alejaba satisfecho por haber ayudado a alguien una vez más.

Tres países, los ganadores

El 30 de Abril de 1971, Gonzalo Córdova entró a la Sala de Conferencias del CIESPAL, interrumpiendo una conferencia que en ese momento dictaba el Profesor Manuel Calvo Hernando sobre un tema que yo encontraba fascinante: “Dos enigmas: Dormir y soñar”, con subtemas que aún hoy se consideran de interés general para la Humanidad: ¿ Es cierto que Napoleón no dormía más que cuatro horas, e incluso menos ?”. … ¿ Cómo explicar que la mayoría de las gentes necesitan ocho horas de sueño ?… ¿ Es cierto que las personas de edad necesitan dormir menos que los jóvenes ?.

El conferencista cedió la palabra al Director General y comenzó el murmullo de voces: “Hmmm… va a decir quiénes son los ganadores de la Beca para Argentina ”…

Córdova pidió hacer silencio y dijo:

“Después de evaluar los trabajos de todos los participantes, los expertos del CIESPAL y el CIMPEC han llegado a la conclusión de que los presentados por los representantes de Colombia, Argentina, y Uruguay son, en ese orden, los ganadores de la próxima Beca de la OEA. Lo anterior, debido a que los artículos elaborados por ellos han sido concebidos con sentido formativo, sin escapar al estilo periodístico.

Sin embargo, es conveniente hacer una aclaración: En Argentina el Orden Público atraviesa momentos de alteración por los atentados que ha cometido el grupo armado “Los Montoneros”. Por esta circunstancia el lugar de la Beca ha sido cambiado para que tenga lugar en Bogotá (Colombia), donde funciona la sede del CIMPEC”.

Al oir el anuncio sobre quiénes habíamos sido los ganadores y mientras se escuchaban aplausos, mi única reacción fue cerrar los ojos y decir en voz baja: “Gracias Dios mío…. Lo logré… Gracias Señor… La emoción que me embargaba era tan profunda, que tuve que esforzarme para no llorar de alegría”.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por los abrazos y las felicitaciones de quienes se habían convertido en mis amigos temporales. El instante era de alegría colectiva y quienes habíamos ganado nos reunimos en un cuarto aparte, donde fue captada la fotografía anterior.

En ella aparecen, de izquierda a derecha, Alfonso Iglesias, Redactor del “Diario La Mañana”, de Montevideo (Uruguay), donde ejercía las funciones de Cronista en las Secciones de Política, Economía e Información General; Germán Navarrete, Reportero de la Sección Judicial de EL ESPECTADOR, de Bogotá (Colombia); Raúl Hotschewer, Jefe del Departamento Cultural LT 10 Radio, de la Universidad Nacional del Litoral, del Servicio Informativo de la ciudad de Santa Fe (Argentina); Leonor González, Ayudante de la Dirección en Inter Press Service (IPS), de Bogotá (Colombia) y el Profesor español Manuel Calvo Hernando, experto de la OEA en Washington. (Foto de Luís Quintero González).


Han transcurrido 54 años desde la llegada de 39 periodistas de Suramérica al Centro Internacional de Estudios Superiores de Periodismo para América Latina (CIESPAL), en desarrollo de la Beca que la Organización de Estados Americanos (OEA), les concedió en Washington (Estados Unidos), para asistir al “Primer Curso de Periodismo Científico y Educativo”, que se realizó en la ciudad de Quito (Ecuador).

Al iniciar el Curso en medio de gran emoción y expectativa, el primer acto colectivo que se realizó fue la toma de una fotografía oficial de los 39 participantes frente a la sede del CIESPAL, con la cual se cierra esta primera parte de la historia.

Por mi parte, al obtener el primer puesto en representación del periódico EL ESPECTADOR, de Bogotá (Colombia), y simultáneamente ganar una segunda Beca con el apoyo de la OEA, el CIESPAL y el CIMPEC, me sorprendió el hecho de que mis trabajos científicos y educativos superaran a los presentados por los restantes 38 participantes de 16 países.

Hoy, a los 82 años de edad, considero que lo logré por las siguientes circunstancias:

  • 1) La constancia que desarrollé desde los 9 años de edad para aprovechar la circunstancia de haber crecido en el sótano de un edificio desde los 5 años, porque mi madre no tenía dónde, ni con quién dejarme a tan corta edad;
  • 2) La disciplina que fui desarrollando gradualmente desde los once años, al colaborar voluntariamente cada día, durante mi adolescencia, con los Editores Internacionales de EL ESPECTADOR, en la revisión y preparación por temas, de todas y cada una de las noticias que les llegaban desde Nueva York, enviadas por la United Press International (UPI), a través de un “Teletipo”;
  • 3) La paciencia que consolidé a lo largo de varios años, para revisar las informaciones que llegaban minuto a minuto a través del “Teletipo”, mientras simultáneamente cumplía mi trabajo de reportero, hasta cuando me enteré de la convocatoria de la OEA, y
  • 4) La planificación que desarrollé durante el Curso: a) Escribir a mano los detalles de cada conferencia, b) Pasar los apuntes a un lenguaje apropiado en una máquina de escribir, en la habitación del hotel; c) Elaborar con idioma periodístico los informes solicitados, para captar fácilmente el interés de quien los fuera a leer, y d) Entregar los tres trabajos a tiempo.

En el extremo derecho de la foto aparece el Director General del CIESPAL, Gonzalo Córdova, con un cigarrillo en la mano izquierda y acompañado de un funcionario del Centro.

A continuación, en la primera fila y de derecha a izquierda, aparecen Pedro Macedo, Profesor de Educación Primaria y Jefe de Redacción del “Diario El Departamento”, de Huaraz (Perú); Belisario Rodríguez, Redactor del “Periódico Crítica” y funcionario de Relaciones Públicas del Instituto Panameño de Habilitación en Ciudad de Panamá; Germán Navarrete (de traje claro), Reportero del periódico EL ESPECTADOR, de Bogotá, (Colombia); Oscar Silva, Técnico de la Oficina de Programación Educativa de Medios de Comunicación en el Ministerio de Educación de Quito (Ecuador); Pilar Núñez, Egresada de la Escuela de Ciencias de la Información, de Quito (Ecuador) y Hugo Carrasco, Profesor ayudante de Periodismo Audiovisual, Periodismo interpretativo, Periodismo Científico y Política Internacional de la Escuela de Periodismo de la Universidad de Chile en Viña del Mar.

En la segunda fila, detrás de Germán Navarrete, aparece Waldo Pinto, de Bolivia, de anteojos negros y abrazando a una de las participantes; detrás de Hugo Carrasco aparece Juan Ramírez, de Bolivia, seguido de Raúl Hernández, Profesor de la Universidad Central de Venezuela en Caracas (el más alto del grupo). Un poco más a la izquierda aparecen sonriendo las periodistas Leonor González, de Colombia y Carmen Mena, de Santiago de Chile. Entre las dos damas aparece Alfonso Iglesias, de Uruguay, ganador del tercer puesto del Curso.

Por último, el boliviano Mario Cañipa se destaca por su altura, sonrisa y anteojos oscuros, al lado del argentino Raúl Hotschewer, ganador del segundo puesto en el Curso y quien asoma la cabeza por entre dos de los participantes. La lista completa, para deleite de los hijos y nietos de los periodistas en los 16 países representados, aparecerá en la segunda parte de la historia. (Foto de Luis A. Enriquez, de “Cronista Gráfico”, de Quito).

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