homenaje a los Cadetes de la Escuela General SantanderCadetes Escuela General Santander

Imagen publicada por el diario “Prensa Libre Casanare”, en la conmemoración del segundo aniversario del atentado a la “Escuela de Cadetes de Policía General Francisco De Paula Santander”, de Bogotá (Colombia), en Suramérica.

En un día fatídico para Colombia, el 17 de enero de 2019, las vidas de 22 estudiantes de la Escuela de Cadetes de Policía “General Francisco De Paula Santander”, de Bogotá (Colombia), se apagaron repentinamente y 87 personas más quedaron heridas, al hacer explosión un vehículo en el interior de las instalaciones del Centro de Estudios, cerca al lugar de las residencias femeninas. El automotor estaba cargado con 80 kilos de pentolita y el atentado se había planeado desde 10 meses antes.

Al cumplirse 3 años del atentado, una transcripción de las primeras declaraciones entregadas a los Medios de Comunicación por familiares y amigos de los jóvenes, revela que algunos de ellos tenían el presentimiento de que algo malo les iba a suceder. Uno de ellos le pidió al papá –en el aeropuerto de su ciudad–, que no lo dejara ir a Bogotá, donde la muerte lo estaba esperando; otro le dijo a una amiga de la mamá que tenía mucho miedo y un tercero le celebró el cumpleaños a su mejor amigo nueve horas antes de morir, diciéndole que de pronto no alcanzaba a felicitarlo al día siguiente, como en efecto ocurrió.

Los temores de otros jóvenes –según los relatos hechos por padres de familia a María Alejandra Acela, corresponsal del diario EL TIEMPO en Bucaramanga (Colombia), el 16 de enero de 2020–, se debían a que, primero, se había encontrado dentro de las instalaciones una bolsa con dos pistolas y un lema que decía que dentro de la Escuela correría sangre, y en segundo lugar por extraños sobrevuelos de drones que les causaban preocupaciones, ante la posibilidad de que les lanzaran una bomba, hecho que hasta ahora no se ha presentado.

Con estos detalles y la biografía de cada uno de los Cadetes asesinados en Bogotá hace 3 años, se actualiza la información que buscan quienes, desde sus oficinas y hogares en varios países de Europa, Asia, Medio Oriente, Centroamérica, América Latina, Estados Unidos y Canadá, han hecho al rededor de 10.200 visitas a esta página Web.

La maldad humana, representada en esta ocasión por el grupo guerrillero que se enfrenta al Estado colombiano desde 1964 y que se autodenomina “Ejército de Liberación Nacional (ELN)”, segó en un instante 22 vidas de jóvenes que recién llegaban a la edad de adultos y que no tenían nada que ver con los problemas políticos del país, como tampoco el niño de tres años que hizo parte de los 87 heridos.

El 17 de enero de 2019 había comenzado con gran alegría para los jóvenes y sus parientes. Como se trataba de seres humanos que apenas superaban los veinte años de edad, en la práctica aún se veían como niños en cuerpos grandes y con mentes en las cuales no había cabida para el egoísmo, la avaricia, la venganza, la crueldad y otras características de la maldad, sino para la alegría, el entusiasmo, los deportes, la música y el amor hacia sus familias. La pureza de sus almas, de sus espíritus, se traslucía a través de su mirada.

Súbitamente todo se acabó para ellos en un instante. Sus corazones dejaron de palpitar y sus sueños desaparecieron. Los cuerpos de aquellos hermosos jóvenes de almas bellas, que únicamente albergaban en sus corazones sentimientos de nobleza, solo alcanzaron a sentir un gran estruendo y nada más.

Por unos segundos, las almas de los que perecieron instantáneamente quedaron flotando en el lugar de la tragedia, horrorizadas al contemplar la destrucción del lugar donde segundos antes sus cuerpos caminaban felices y, pasado ese breve lapso de tiempo, sintieron que entraban en un largo túnel, donde reinaba una oscuridad absoluta y se dirigían hacia una luz que, a lo lejos, se veía cada vez más grande.

Durante el breve trayecto entre la oscuridad total y la luz que los esperaba, las almas de aquellos seres maravillosos lanzaron un grito de angustia, que se ahogó en el silencio del túnel eterno: “Dios mío… ¿Qué pasó?… ¿Por qué morimos?… Nosotros teníamos derecho a vivir… a soñar… teníamos ilusiones… queríamos existir, amar a nuestros padres, a nuestras hermanas, a nuestros hermanos, formar hogares, tener hijos… ¿Por qué?… ¿Por qué?”…

La angustia y el dolor eran tan profundos, tan agobiantes, que un llanto colectivo, generador de una tristeza que conmovería al ser humano más valiente de la Tierra, se escuchó en las tinieblas por unos segundos. En ese mismo instante cruzaron el umbral y una luz blanca, deslumbrante, lo iluminó todo. Habían llegado al Cielo.

A partir de ese momento, en lo infinito de la eternidad, los jóvenes solo recordarían lo efímero de su bella existencia en la Tierra y las sensaciones de dolor, de tristeza, de angustia y de llanto, propias de seres humanos, desaparecieron para dar paso a sentimientos de paz absoluta, de tranquilidad total.

Ahora se encontraban en el paraíso… un lugar colmado de aromas de flores y en el cual un ejército de serafines, querubines, arcángeles y ángeles de grandes alas habían llegado para darles la bienvenida y flotaban cantando en un coro bellísimo. En el lugar solo se escuchaba la dulzura de la música que producían liras, trompetas, cítaras, violines, arpas clásicas, flautas y una gran variedad de instrumentos creados para generar sensaciones de alegría y descanso, tanto a los seres humanos en la Tierra, como a los ángeles en el Cielo.

Ese es el edén donde hoy descansan nuestros veintidós Cadetes…, nuestros Mártires.

Su existencia terrenal fue breve, fugaz, bella e inolvidable. Nos los arrebató un acto de violencia cruel, absurdo e insensato que todos condenamos, pero Dios los recibió con amor y allí permanecerán para siempre.

Hoy, desde el Cielo, ellos anhelan ser recordados, no por el dolor de la tragedia, sino por la belleza de sus sentimientos de amor hacia sus madres, hacia sus padres y hacia todos sus familiares.

¡Paz en sus tumbas!

Los Mártires les hablan a sus Familias

Érika Sofía Chicó Vallejo

(Foto de El Universo, de Guayaquil)

 

Al llegar la época de fiestas y alegría colectiva de la Navidad y el Año Nuevo a los hogares colombianos, que contrasta con el dolor, la tristeza y la depresión familiar provocadas por el recuerdo del tercer año de la tragedia, nuestros jóvenes Mártires se reúnen en un lugar del Cielo, donde sus almas descansan rodeadas de ángeles que les cantan, para enviar a sus Madres y Padres, por mi modesto conducto, un mensaje sublime de paz y amor eterno:

Juan Felipe Manjarrés Contreras

(Foto: Diario del Meta.com)

Iván René Muñoz Parra

Iván René Muñoz Parra

(Foto de EL TIEMPO)

Oscar Javier Saavedra (ET)

Oscar Javier Saavedra Camacho

(Foto de EL TIEMPO)

“Amados papitos… Han pasado tres años desde el triste instante en el cual nos vimos obligados a abandonar nuestros cuerpos en la Tierra contra nuestra voluntad.

Hoy nos encontramos en un lugar sencillamente maravilloso, al lado de Dios rodeado por sus consejeros los serafines, en una dimensión donde todo es paz… tranquilidad… y un cielo inmensamente azul, que nos hace recordar los jardines de las casas donde disfrutamos de una niñez bonita y feliz, en ciudades colmadas de seres humanos, o en tranquilos campos donde nuestra adolescencia transcurrió pacíficamente al lado de queridos parientes y amigos.

En este edén de querubines alados, el aire huele a dulces fragancias de rosas, lirios, nardos, fresias, lavandas, jacintos, pensamientos y tantas otras flores que no solo perfuman los ambientes de nuestros hogares y de bosques de niebla en la Tierra, sino que también son motivo de inspiración de canciones románticas, como las gardenias.

Y precisamente hace unos instantes descansábamos en un sueño eterno tarareando la melodía “Dos gardenias para Ti”, cuando de repente nos despertó una sensación tan agradable, que nuestros espíritus se lanzaron a través del espacio infinito para averiguar de dónde procedía. Al iniciar el rápido viaje nuestros ojos de jóvenes se maravillaron al ver cómo nuestras almas flotaban en el espacio insondable del Cielo, una al lado de la otra, en medio de ángeles alados cuyos cánticos eran una oda al amor, la paz, la tranquilidad y la felicidad.

Cristian Fabián González Portilla

(Foto: de EL PAIS)

Fernando Alonso Iriarte Agresott

(Foto de EL TIEMPO)

Juan David Rodas Agudelo

(Foto de EL TIEMPO)

Y así, en un lugar donde el tiempo es eterno y las distancias inconmensurables, avanzamos hasta llegar a hogares de la Tierra donde el amor iluminaba los interiores de las casas como un sol en primavera.

Sin que nadie notara nuestra presencia invisible, cada uno regresó a su ciudad de origen en compañía de nuestros respectivos arcángeles y se mezcló entre familiares y amigos que rodeaban y abrazaban con afecto a nuestros amados padres, a nuestras hermanas y hermanos, a las compañeras de Juan Felipe Manjarrés Contreras y Luis Alfonso Mosquera Murillo y a otros parientes, para consolarlos a todos por la tristeza que aún les causa el recuerdo de nuestra fugaz presencia humana y hace que lágrimas de profundo dolor e indescriptible tristeza rueden por sus mejillas, en contraste con la alegría, la risa colectiva, los brindis, la pólvora y el júbilo general que produce la llegada del Niño Dios, en la Navidad terrenal.

Aun cuando en la dimensión en la cual nos encontramos, nuestras almas y espíritus disfrutan de paz y tranquilidad eterna, no pudimos dejar de estremecernos al sentir la intensidad de la solidaridad humana y la ternura que emanaba de las personas hacia nuestros padres y demás familiares en la Tierra.

Es que nuestras vidas… nuestros sueños… nuestras ilusiones… nuestras ansias de comenzar a vivir cuando estábamos próximos a graduarnos en la Escuela de Cadetes, nuestros anhelos de convertirnos en Suboficiales de la Policía Nacional, para servir a nuestra Patria y velar por nuestros Padres y Madres, quedaron truncados de manera abrupta, de forma tan sorpresiva, que aún hoy no entendemos cómo sucedió todo.

Diego Fernando Martínez Galvis

(Foto de Vanguardia Liberal)

Alan Paul Bayona Barreto

(Foto de Alerta Tolima.com)

Juan Diego Ayala Anzola

(Foto: Andrés Felipe Arcos)

Es que nuestras vidas… nuestros sueños… nuestras ilusiones… nuestras ansias de comenzar a vivir cuando estábamos próximos a graduarnos en la Escuela de Cadetes, nuestros anhelos de convertirnos en Suboficiales de la Policía Nacional, para servir a nuestra Patria y velar por nuestros Padres y Madres, quedaron truncados de manera abrupta, de forma tan sorpresiva, que aún hoy no entendemos cómo sucedió todo.

Lo único que recordamos es que en los días siguientes a la tragedia nuestros padres lloraron tan amargamente que todos sentimos como si se nos desgarraran las almas y los espíritus. Después permanecimos invisibles al lado de ellos durante las ceremonias fúnebres para compartir su inmenso dolor y más tarde los acompañamos en el regreso a campos y ciudades, hasta los cementerios donde hoy yace lo que quedó de nuestros restos mortales, en el interior de tumbas heladas por el frío del subsuelo, por la humedad y en medio de una oscuridad absoluta.

Desde esa época todos, como una sola alma, como un solo espíritu, velamos colectivamente por nuestros padres, por nuestras madres, por nuestras hermanas y por nuestros hermanos, así como por las compañeras y los hijos que dejaron Juan Felipe Manjarrés Contreras y Luís Alfonso Mosquera Murillo, al ser truncada su existencia de manera absurda e inesperada.

Diego Alejandro Pérez Alarcón

(Foto: Noticias CARACOL)

Luis Alfonso Mosquera Murillo

(Foto de EL TIEMPO)

Yhonatan Efraín Suescún García

(Foto de Facebook.com)

 

Mensajes de amor a las Madres, desde el Cielo

 

Hoy, cuando han transcurrido esos largos, penosos y duros 36 meses de nuestra súbita partida terrenal, sentimos inmensa alegría al ver cómo cada uno de los familiares va superando su pena humana y se recupera en medio del dolor y la tristeza.

Es por eso que en este momento les hablamos desde el Cielo, esperando que nuestros mensajes produzcan en sus corazones sentimientos de tranquilidad, de paz y de amor, al saber que estamos bien y que nuestro nuevo hogar es el Universo infinito.

Gracias por habernos amado durante nuestra breve existencia terrenal y por no olvidarnos luego de nuestro viaje al infinito.

Desde el Cielo les enviamos los siguientes mensajes con profundos sentimientos de amor…, de ternura…, de afecto…, que deseamos sean leídos en voz alta por alguna de las personas que acompañan a nuestras familias en este momento de dolor y tristeza, para que las palabras sean recibidas en la intimidad de los hogares como si fueran dirigidas de manera personal a cada Madre…, a cada Padre…, a cada Hermana…, a cada Hermano…, a las amadas compañeras de Juan Felipe Manjarrés Contreras y Luis Alfonso Mosquera Murillo, quienes no alcanzaron a conocer a sus hijos y a las novias a quienes tristemente tuvimos que abandonar en la Tierra.

¡¡ Madrecita adorada… Nunca te olvidaré… cuida a mi papito, que yo siempre estaré pendiente de ustedes con amor !!.

Carlos Daniel Campaña Huertas

(Foto de EL PAIS)

Juan Esteban Marulanda Orozco

(Foto de Andrés Felipe Arcos)

Steven Prada Riaño

(Foto de Pulzo.com)

¡¡ Madrecita de mi alma… Cuando un rayo de sol ilumine tu rostro… piensa que soy yo acariciando tus mejillas, tus ojos y los labios que me besaban con amor cuando era un bebé, una bebita !!.

¡¡ Madrecita divina… Cuando en un día de primavera, de cielo azul y sol maravilloso, llegue a tus lindos oídos el dulce trinar de un pajarito… piensa que soy yo, cantándote mi amor !!.

¡¡ Madrecita bella… Cuando las gotas de lluvia desciendan alegremente por tus mejillas, piensa que soy yo deslizando mis dedos invisibles con ternura por la suave tersura de tu rostro amado !!.

¡¡ Padrecitos amados… Cuando miren al Cielo y vean el sol radiante, piensen que somos nosotros observándolos dulcemente desde el infinito !!.

¡¡ Madrecitas queridas… Cuando sus mentes se deleiten escuchando la suave cadencia de melodías que compartimos en vida… piensen que somos nosotros llegando a sus espíritus con ternura para hacerlas felices !!.

¡¡ Madrecitas divinas… Cuando cierren sus lindos ojos para recordar los bellos momentos que vivimos juntos… sientan que nuestra presencia invisible llega al lado de ustedes, para acariciar dulcemente con nuestras manos etéreas sus cabelleras ensortijadas y los inolvidables y dulces rostros que contemplamos al abrir por primera vez nuestros ojos al nacer !!.

¡¡ Y así… en todo momento… en todas partes… en el Cielo… en el aire que respiran, en las almohadas en las cuales descansan sus amados rostros… allí estaremos siempre !!.

Al regresar a nuestro paraíso de paz, en un hermoso desfile de almas y ángeles flotando en el espacio infinito, les dejamos eternos besos de amor… de ternura… de alegría de vivir los bellos momentos que Dios nos da cada día.

Jhonatan León Torres

(Foto de EL HERALDO)

Cristian Camilo Maquilón Martínez

(Foto de El Colombiano)

Andrés David Fuentes Yepes

(Foto: HOY, Diario del Magdalena)

Al despedirse con ternura de sus familias, las almas de nuestros amados jóvenes concentran sus miradas en una de ellas: es el alma de aquel joven que en el aeropuerto de una ciudad colombiana le dijo un día de enero de 2019 a su padre que no lo dejara ir a Bogotá, porque algo en su corazón le advertía de un peligro. Al final el joven regresó a la capital colombiana y se encontró con la muerte que lo estaba esperando. Hoy ese niño, ese joven, esa alma, se dirige a ese angustiado, adolorido y atribulado padre para decirle desde el Cielo, en medio del silencio de quienes lo escuchan en el infinito espacio del Universo:

Padre, no te culpes por lo que pasó. Tú no tienes culpa de nada, absolutamente de nada. Siempre fuiste un padre maravilloso para mí. Siempre estuviste a mi lado. Me apoyaste…, me brindaste amor…, cariño…, ternura…, afecto…, eso es lo que siempre recibí de ti. Perdóname, por favor, si dije esas palabras. Cuando las pronuncié jamás pensé que iba a suceder lo que ocurrió. Y mucho menos imaginé que, después de haber tenido que abandonar la Tierra en la forma como todo esto pasó, tú ibas a tener que cargar para siempre con el dolor de pensar que si no me hubieras dejado ir a Bogotá no habría tenido que morir de semejante forma. Piénsalo: son cosas del destino. Ese era el destino de todos quienes estamos aquí, en el Cielo. No había nada que hacer.

Sé perfectamente que para un padre es muy difícil dejar de culparse ante una situación de estas. Pero te lo repito con amor: Tú no tuviste culpa de nada. Por favor, borra ese recuerdo de tu mente. A partir de hoy quiero que me recuerdes como lo que fui: un niño afortunado que tuvo un padre hermoso, un padre maravilloso, un padre amable, responsable, dedicado a cuidar de su familia, que cuando nací me tenías en tus brazos; que cuando crecí me enseñaste a jugar, a correr, a patear un balón y ya de adolescente fuiste mi amigo, mi parce, mi compañero. Por eso me apoyaste cuando decidí ingresar a la Escuela de Cadetes y hoy, al ver mi fotografía de Subteniente, puedes sentirte orgulloso de mí. Eso es lo que cuenta hoy. Te amo padre, te quiero inmensamente y desde el Cielo te mando miles de besos. Cuídate, cuida de la familia y sé feliz. Dios te bendiga.

¡¡¡ Hasta siempre Madres !!!…

¡¡¡ Hasta siempre Padres !!!…

¡¡¡ Hasta siempre Hermanas !!!…

¡¡¡ Hasta siempre Hermanos… compañeras… novias… familiares, amigos y conocidos !!!.

¡¡¡ Los queremos mucho… mucho… mucho… No los olvidaremos !!!

¡¡¡ Que Dios los bendiga. De nosotros, desde el infinito, siempre recibirán sentimientos de valor, fuerza moral, coraje y deseos de vivir !!!.

Diego Alejandro Molina Peláez

(Foto: EL DIARIO de Pereira)

Andrés Felipe Carvajal Moreno

(Foto: Minuto30.com)

César Alberto Ojeda Gómez

(Foto: Pulzo.com)

¡¡¡ Los amamos y eternamente los llevaremos en nuestros corazones, en nuestras almas, en nuestros espíritus !!!.
Desde el Cielo y con nuestros mejores deseos para todas y todos en la Tierra…, se despiden sus hijos, los Cadetes de la promoción 2019 de la Escuela de Cadetes de Policía General Francisco De Paula Santander”.

¡Próximamente!  Las Biografías de los Cadetes…

 

 

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