Antonio Corredor

Fachada del edificio de la Carrera 3a No. 11-55, en Bogotá (Colombia), cuya construcción fue dirigida desde 1917 –con interrupciones– hasta 1945 por el “Maestro de Obra” Antonio Corredor Camargo con base en los planos del Sacerdote – Arquitecto francés Jean Baptiste Arnaud. Hoy se denomina “Conjunto Residencial Calle del Sol”. (Foto de https://bogotanflaneurtours.com/es ).

La Arquitectura religiosa de Antonio Corredor en Bogotá

En Colombia (Suramérica), hay un refrán popular que dice: “No hay mal… ¡¡¡ Que por bien no venga !!!.

Y en el caso de Antonio Corredor Camargo, como si la Divina Providencia lo hubiera predestinado para fines religiosos de orden superior, hay otros dichos populares que complementan ese refrán:

  1. ) Nació en la época que le correspondía: “La Guerra de los Mil Días”. Porque al ser separado de su hogar por la fuerza a los once años de edad, de 1899 a 1902 fue obligado a recorrer montañas, ríos, selvas, bosques, trochas y senderos rurales que, de otra manera, no habría tenido oportunidad de conocer, ni de familiarizarse con el terreno de día y de noche;
  2. ) Vivió en el momento oportuno: Porque durante más de 1.100 días, participó en combates cuerpo a cuerpo con campesinos de fuerzas enemigas y esto le brindó la oportunidad de ver la muerte de cerca, al observar cómo eran mutilados y asesinados niños de su misma edad, o adultos con los cuales recorría las montañas. Por esto, al terminar la guerra y salir vivo y sin heridas físicas, decidió dedicar el resto de su existencia al servicio de Dios, para agradecerle por haberlo protegido durante el conflicto;
  3. ) A la hora indicada, estaba en el sitio preciso: Al ser llamado para reconstruir el templo de Villavicencio (destruido por un terremoto en 1917), Antonio conoció al Sacerdote – Arquitecto francés Jean Baptiste Arnaud, quien después de comprobar las virtudes de honestidad, eficiencia y pulcritud que distinguían la forma de trabajar Antonio, lo seleccionó para que se encargara de dirigir la construcción de edificios destinados al culto católico en Bogotá, con base en los planos arquitectónicos que a él le correspondía elaborar.

Gracias a estas circunstancias ajenas a la voluntad humana, desde 1915 el nombre de Antonio Corredor Camargo figura al lado de importantes arquitectos e ingenieros colombianos y extranjeros que construyeron en Cundinamarca, Bogotá y el Departamento del Meta, templos y edificios que hoy son considerados como verdaderas maravillas de la época de transición arquitectónica que vivió Colombia entre 1810 y 1920, cuando las obras de la época colonial española dieron paso a los nuevos estilos arquitectónicos de la ciudad moderna.

Y fue precisamente el Padre Arnaud quien le abrió horizontes infinitos al espíritu religioso de Antonio, al hablarle de la arquitectura de grandes iglesias de Europa, como las de St – León y Saint Pierre, construidas en Nancy (Francia), la bellísima ciudad portuaria de donde él había llegado a Colombia.

En una de las reuniones de trabajo en Villavicencio, mientras Antonio dirigía la reconstrucción del templo destruido por el terremoto de 1917, Arnaud le regaló postales de los templos europeos, que fueron guardadas por él durante toda su vida como un verdadero tesoro y heredadas por Arturo Corredor Bello, quien las dejó como un legado histórico a su hijo, el abogado Rodrigo Corredor Silva.

Por su parte y como evidencia de su religiosidad, en 1919 Antonio agregó a las postales francesas un recorte del periódico EL TIEMPO que muestra una proyección arquitectónica de la iglesia que se había comenzado a construir en Chapinero (Bogotá), cuya leyenda decía: “Magnífica e imponente fachada de la Basílica de Nuestra Señora del Rosario de Chiquinquirá, que se construye por voto nacional en la carrera 13, No. 51-14 (Marly), Bogotá. El estilo es gótico perfecto, el más majestuoso y propio de los templos católicos. La fábrica es de tres naves, con cripta y las agujas alcanzarán una altura de sesenta metros aproximadamente. Los planos son del conocido arquitecto P. Hugo Orjuela, O.P.” Al final las torres o agujas no se construyeron por falta del dinero necesario y la nave central, donde los feligreses se reúnen para escuchar la Santa Misa, alcanza 25 metros de altura.

Antonio Corredor

Para el Municipio de Une (Cundinamarca) y para los descendientes de la Familia Corredor – Camargo, constituye un motivo de orgullo que el nombre de Antonio Corredor haya estado asociado desde 1917 a la construcción de la que actualmente los expertos llaman “Una joya arquitectónica de Bogotá”: el “Conjunto Residencial Calle del Sol”. (Foto de Laura Henao, del CrossmediaLab, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano).

Antonio Corredor y el Convento de los Monfortianos

La invitación del Padre Arnaud a Antonio Corredor Camargo para que dirigiera la construcción de edificios de culto católico en Bogotá, provocó en el joven una precipitada carrera hacia la “Librería Colombiana de Camacho Roldán & Tamayo”, en busca de libros de actualidad sobre la arquitectura religiosa de comienzos del Siglo XX. A partir de ese momento Antonio, sin permitirse descanso alguno, se dedicó a estudiar a fondo todo lo relacionado con temas como los siguientes:

Pedestal y base toscana, intercolumnio toscano, sombras de la arcada toscana con pedestal, cornisamento y capital del Orden Dórico mutular, cielo raso de las cornisas dóricas, intercolumnio jónico y los balaustres ó cojinetes del capitel del Orden Jónico, entre numerosos aspectos que debía aprender y dominar para responder satisfactoriamente al formidable reto que le planteaba la invitación del sacerdote europeo.

Fueron noches interminables de estudio, de análisis, de leer y releer por segunda, tercera, cuarta y enésima vez los numerosos y múltiples aspectos técnicos de las 72 láminas que hacen parte del libro “Tratado práctico elemental de Arquitectura”, de J. B. De Viñola, compuesto, dibujado y ordenado por el Arquitecto J.A. Léveil, antiguo pensionado del Rey de Francia. Otro libro que lo desveló durante mucho tiempo fue el denominado “Principios de Dibujo Lineal”, del Arquitecto francés A. Bouillón.

Posteriormente, Antonio inició una serie de prolongadas reuniones de trabajo con el Padre Arnaud, para profundizar con él en lo relacionado con las bases teóricas de la arquitectura religiosa y analizar — hasta comprenderlos detalladamente –, todos y cada uno de los aspectos de los planos de la primera edificación de culto católico cuya construcción dirigiría en la capital colombiana: el “Convento de los Misioneros Monfortianos”, ubicado en la carrera 3a entre las calles 11 y 12.

Durante más de un siglo se ha respetado el estilo neogótico del edificio proyectado en 1917, en el histórico barrio de “La Candelaria”, de Bogotá, por el Padre Jean Baptiste Arnaud y cuya construcción dirigió Antonio Corredor Camargo hasta 1945. Durante el Siglo XX la edificación ha tenido numerosas denominaciones, como se explica a continuación. (Foto de Sebastián Romero).

  1. ) El ciudadano alemán Paul von Leopold, en una columna publicada en el diario EL ESPECTADOR el 29 de Mayo de 2008, recordaba que en sus primeras visitas a Bogotá los habitantes de la carrera tercera entre las calle once y doce, creían que en el lugar funcionaba una iglesia, pero luego le aclararon que se trataba del “Convento de los Misioneros Monfortianos”. Por este motivo las gentes se echaban la bendición al pasar frente al sitio. En esa época esta denominación era lógica, porque en 1917 el Padre Arnaud era uno de los integrantes de la “Compañía de María Padres Misioneros Monfortianos”, como se ha explicado en los anteriores tres artículos de la Biografía de Antonio Corredor Camargo;
  2. ) Por los conflictos que se presentaron a comienzos del Siglo XX entre el Estado y la comunidad de los Jesuítas, se decidió que el edificio se denominara “Seminario Mayor de Bogotá”, destinado a la formación de sacerdotes católicos. Pero hacia 1918, al concluir la administración del Presidente José Vicente Concha, el edificio se convirtió en el “Convento de las Monjas Clarisas”;
  3. ) El 9 de Abril de 1948, el asesinato del caudillo y Jefe Único del Partido Liberal, Jorge Eliécer Gaitán, produjo un gran estallido de violencia por parte de miles de hombres enfurecidos, quienes en cuestión de pocos minutos llegaron al centro de Bogotá desde diferentes barrios populares de la periferia, armados de machetes, cuchillos y recipientes con gasolina para quemar edificios públicos, en señal de protesta por el crimen. Los incendios, saqueos y asesinatos que se produjeron durante el día, por los enfrentamientos con la policía, hicieron necesario utilizar en la noche los amplios jardines del convento para depositar cadáveres y albergar presos en los tres pisos superiores, mientras las monjas eran trasladadas a otro lugar de la ciudad;
  4. ) Cinco años después, el 31 de Octubre de 1953, mediante el Decreto 2872, el gobierno del General Gustavo Rojas Pinilla creó el “Departamento Administrativo del Servicio de Inteligencia Colombiano (SIC)” y el edificio adquirió importancia especial porque a quienes trabajaban en su interior se les asignó la tarea exclusiva de proteger al Presidente, los Ministros, los Embajadores, las familias de todos ellos y a altos dignatarios extranjeros cuando se hallaban de visita en Colombia. Por la agitación social que vivió el país en esa época, el edificio dejó de ser un lugar de oración y se convirtió en un sitio desde donde se trabajaba en inteligencia y contrainteligencia para asuntos de seguridad interna y externa, además de espionaje y represión contra los sectores de oposición a Rojas Pinilla. Uno de los torturados en el interior del lugar fue el sindicalista Manuel Marulanda Vélez, cuyo nombre fue retomado desde la década de los años 60 por el creador de la guerrilla de las FARC, alias “Tirofijo”. (Fuente: Wikipedia);
  5. ) En 1957, después de la caída del General Rojas Pinilla, el edificio fue remodelado internamente para prestar servicios de Policía Judicial. Inclusive, se construyó una Comisaría adscrita al Ministerio de Justicia en la calle 12, a corta distancia de la carrera 4ª, que yo visitaba diariamente cuando EL ESPECTADOR me comenzó a asignar misiones de Reportero Judicial, a los 14 años de edad. De esa dependencia hoy no existe ni el recuerdo, porque sus oficinas fueron acondicionadas como locales para restaurantes. Sin embargo, los nombres de los Comisarios que recibían las denuncias de los ciudadanos, y quienes gentilmente me dieron acceso a los Expedientes en esa época, quedaron registrados para la posteridad en las ediciones del periódico;
  6. ) El 18 de Julio de 1960, durante su segundo mandato, el Presidente Alberto Lleras Camargo convirtió al edificio en sede del Departamento Administrativo de Seguridad (DAS) y ubicó en los pisos 2, 3 y 4, a decenas de expertos en combatir a los atracadores de Bancos y asesinos de bandas criminales, labor que se intensificó durante los gobiernos de los Presidentes Guillermo León Valencia y Carlos Lleras Restrepo. Para mí esa época es inolvidable porque la oficina asignada al Oficial de Servicio, en el primer piso, y las oficinas individuales de los detectives, en los pisos superiores, se convirtieron durante años en mis lugares favoritos para conseguir las noticias exclusivas con las cuales mi nombre fue conocido a nivel nacional. De ellas la más importante fue la relacionada con el secuestro del Cónsul de Suiza y el hijo del Embajador de esa nación europea, por el Cartel de Cali, debido a que el Presidente Lleras y el Jefe del DAS, el Coronel Gustavo Gordillo, habían dado órdenes estrictas de no brindar la más mínima información a la prensa. Esta fue una de las “chivas” que me abrió las puertas de EL TIEMPO.

El edificio albergó al DAS, la Policía y Colcultura

La Señorita Colombia 1973, Primera Princesa en Miss Universo 1974 y Reina Nacional de los Periodistas en 1974, Ella Cecilia Escandón Palacios, fue la figura central del VIII Congreso Nacional de la Asociación Colombiana de Periodistas (ACP) y del Primer Encuentro Latinoamericano de Prensa, eventos realizados en Barrancabermeja del 11 al 13 de Octubre de 1974 e instalados por el Presidente Alfonso López Michelsen con participación de la Ministra de Trabajo, María Helena Jiménez de Crovo; el Ministro de Comunicaciones, Jaime García Parra; el Ministro de Minas y Energía, Eduardo Del Hierro Santa Cruz y el Ministro de Educación, Hernando Durán Dussán.

Durante ese congreso, en los jardines del “Hotel Pipatón”, de Barrancabermeja, aparecen de izquierda a derecha, Germán Navarrete, Redactor de EL TIEMPO y Tesorero Nacional de la Asociación Colombiana de Periodistas; el Comandante de la Primera Brigada, Coronel Álvaro Arenas Suárez; los periodistas Bernardo Montes Borda, Marcelino Amado Rincón, Miguel Ángel López Pacheco y el detective del DAS, Manuel Octavio Cristancho Quinche (segundo de derecha a izquierda), quien investigaba con el Coronel Arenas varias situaciones relacionadas con Orden Público y a la vez hacía parte de la comitiva de seguridad del Presidente López Michelsen. (Foto de Enrique Benavides Guerrero, de EL TIEMPO).

Manuel Octavio Cristancho Quinche y su primo, el Jefe de Investigaciones Criminales, Eduardo Maldonado Quinche, fueron dos de los detectives del DAS que durante años me suministraron noticias exclusivas, en las oficinas del edificio proyectado por el Padre Jean Baptiste Arnaud y construido bajo la dirección de Antonio Corredor Camargo en Bogotá, que nunca pudo funcionar como Seminario Mayor, ni como Seminario Menor de Bogotá, según lo han reconocido la Sociedad Colombiana de Arquitectos y la Sociedad Colombiana de Ingenieros.

  1. ) En 1974, al ser trasladadas por el gobierno del Presidente Misael Pastrana Borrero las oficinas del DAS a un edificio propio en el Occidente de Bogotá — más exactamente al “Barrio Paloquemao” (en la calle 18 con carrera 28) –, donde se les acondicionaron equipos tecnológicos para cumplir adecuadamente misiones de inteligencia e interceptación de comunicaciones telefónicas, el edificio de la carrera tercera con calle once fue convertido temporalmente en un Colegio para los hijos de los Agentes de la Policía Nacional. (Fuente: https://bogotanflaneurtours.com/es );
  2. ) Cuando la Policía trasladó a los niños a una sede propia, el edificio fue acondicionado temporalmente como Escuela de Teatro por Colcultura, que lo utilizó poco tiempo después, también temporalmente, como sede del Archivo Nacional;
  3. ) Por último, en el gobierno del Alcalde de Bogotá, Juan Martín Caicedo Ferrer, en los años 90s, se puso en marcha la revitalización del centro histórico de la ciudad y el Archivo Nacional hizo un canje con el Banco Central Hipotecario (BCH), institución financiera que en reuniones con inversionistas nacionales y extranjeros aceptó la propuesta de convertir uno de los más grandes patrimonios arquitectónicos de Bogotá, en el que se llamaría “Conjunto Residencial Calle del Sol” y que conservaría el estilo arquitectónico neogótico con el cual fue planificado por Jean Baptiste Arnaud y construido bajo la dirección de Antonio Corredor Camargo. El interior del conjunto residencial de 71 apartamentos con zona de parqueo a 2 niveles y 15 parqueaderos para visitantes, fue remodelado por la firma de arquitectos “Rodrigo Rubio & Gómez Ltda.”

Aun cuando aún no se han encontrado pruebas escritas sobre la participación de Antonio Corredor en la construcción del edificio, el hijo mayor – Sacerdote Alfonso Corredor Bello –, dejó como constancia en uno de sus álbumes personales de fotos, una pequeña gráfica tomada en blanco y negro en 1945, año en el cual Corredor Camargo entregó la obra a quien administraba el lugar. El Padre Alfonso fue el autor de varias de las fotografías de los templos que construía su padre.

Además, los hijos de Antonio: Alfonso, Hernando, José Antonio, Arturo y Roberto Corredor Bello, quienes lo acompañaron por años en sus correrías por Bogotá y los municipios de los Departamentos del Meta y Cundinamarca, donde los sacerdotes le confiaron la construcción de sus templos, atestiguaron ante el resto de la familia, por varios años, la veracidad de las informaciones que se publican en este homenaje póstumo al Maestro Corredor Camargo, que también están siendo validadas con álbumes de fotografías por Cecilia, la esposa de Roberto, y por el abogado Rodrigo Corredor Silva, nieto del constructor.

 

Próxima entrega:
El Colegio de los Franciscanos
y la Iglesia de la Porciúncula

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