Luís Germán Navarrete

Hace más de 120 años, en los comienzos del Siglo XX, Colombia se hallaba inmersa en su novena guerra civil después de la Independencia de España: la denominada “Guerra de los Mil Días” (1899-1902), en la cual se vio obligado a participar el campesino Juan Nepomuceno Navarrete Gutiérrez, lesionado de por vida por una bala en la vejiga. En 1903 contrajo matrimonio con la campesina Magdalena Gómez Garzón, con quien tuvo 2 hijos y 5 hijas. Una de ellas fue María del Carmen Navarrete Gómez, quien tuvo un hijo con el policía campesino Luis Antonio Santana Cano. Ese hijo fui yo, Luis Germán Navarrete, a quien mi padre no reconoció y eso permitió que sobreviviera el apellido Navarrete, pues no hubo más varones en las familias de mis tíos.

Mis abuelos y mi madre se vieron obligados, como miles de colombianos desplazados por la guerra, a ubicarse en uno de los sectores más peligrosos de la Bogotá de la época: el barrio “La Perseverancia”.

En ese sitio convivieron durante 30 años 3 de las hijas de los abuelos con sus 17 hijas e hijos. Todos nos hacinábamos en 3 habitaciones de una pequeña casa de bahareque y latas pagada por la abuelita en 1919 con las monedas que recibía diariamente por cuidar ovejas y cerdos en los cerros de la ciudad, donde vivió durante 16 años sin agua potable y sin luz con su numerosa familia, en un ambiente de humedad por las aguas que bajaban de la montaña y corrían a través de la humilde casucha que compartía con su marido y su numerosa prole.

En esas condiciones, como nieto de campesinos e hijo de una madre soltera que no tuvo acceso a la educación formal, únicamente pude estudiar hasta el 5º año de primaria y a los doce años de edad ingresé a la Sección de Armada del periódico EL ESPECTADOR por gentileza de su propietario, Don Gabriel Cano, para quien mi madre trabajaba.

A pesar de no tener educación secundaria ni universitaria por falta de recursos económicos, trabajé intensamente cada día de mi juventud, me esforcé para comprender todo lo relacionado con el periodismo, desarrollé habilidades para conseguir más y mejores noticias que otras personas con mayor formación profesional, hasta destacarme a nivel nacional como uno de los reporteros más exitosos de su época.

Gracias a ese esfuerzo constante y apoyado por mi madre y mi bella esposa Isabel Andrade Beltrán (con quien tuve 4 hijos maravillosos: Germán, Mauricio, Ana María y María Isabel), a partir de la década de los años 70 del Siglo XX el joven que en su niñez era considerado como un descendiente de campesinos sin futuro alguno, resultó siendo calificado por los dueños de los periódicos EL ESPECTADOR y EL TIEMPO, como uno de los reporteros expertos en conseguir primicias, que en su tiempo se denominaban noticias “chivas”.

Por los resultados que fui alcanzando en la profesión, obtuve en Washington 3 becas de Periodismo Científico, Educativo y Cultural con la Organización de Estados Americanos (OEA),

en una de las cuales gané el primer puesto entre 40 periodistas de 20 naciones.

Posteriormente fui invitado por los gobiernos de Alemania, Holanda y Canadá a visitar sus países, fui llamado por el Departamento de Estado de los Estados Unidos a dirigir la Oficina de Prensa de la Embajada Americana en Bogotá (Colombia), me desempeñé como Jefe de la Oficina de Prensa del Centro de Información de las Naciones Unidas para Colombia, Ecuador y Venezuela (CINU) y más adelante fui invitado por la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) a estudiar un año de periodismo en una Universidad de Estados Unidos.

En los años 80 tuve el honor de ser invitado en 5 oportunidades por los Departamentos de Estado y de Trabajo de los Estados Unidos a participar en seminarios de formación profesional en Washington y finalmente concluí una carrera de 50 años de periodismo como Jefe de Prensa de la Corporación Autónoma Regional de Cundinamarca (CAR) en el año 2000.

Ahora, al iniciar el Siglo XXI, he comenzado a dejarles a nuestros 4 hijos, 11 nietos (Lauren Daniela, Luis Felipe, Karen Juliana, Sergio Andrés, Samuel, Isabella, Mateo, Valentina, Santiago, David, Daniel) y a nuestro biznieto Anthony Mauricio –así como al resto de familiares y a quienes se interesen en conocer mi trabajo–, una serie de Fotolibros en los cuales resumo las experiencias acumuladas en medio siglo de periodismo, al lado de Presidentes, Ministros, Diplomáticos de varios países, altos funcionarios gubernamentales, gentes humildes y líderes de todos los estratos sociales.

Con estos Fotolibros pretendo demostrarles a nuestros descendientes que si un hijo de campesinos pudo triunfar en la vida con solamente 5 años de primaria, ellos, que han recibido educación secundaria y universitaria y han hecho especializaciones en Colombia, Australia, Inglaterra y Canadá, e inclusive hablan fluidamente los idiomas Español, Inglés y Francés (además de otros que estudiarán en el futuro), podrán alcanzar mayores éxitos de los que yo forjé con esfuerzo, honestidad y seriedad.

Mis mejores deseos a todas y a todos porque logren alcanzar lo que se propongan en sus vidas.

Gracias!.

9 comentarios en “Biografía”

  1. Germán, muchas felicitaciones por esos éxitos obtenidos, gracias a tu esfuerzo y dedicación, sobresaliste mas que otros que pudieron estudiar en las universidades, por lo que es un motivo de orgullo para tí y toda tu familia, desde que estuve trabajando en El Espectador en el departamento de Publicidad por más de 32 años, siempre te reconocí como un periodista excelente , muy trabajador, estuve leyendo tu artículo sobre los 135 años de historia de El Espectador, me pareció muy buen trabajo y poder reconocer a muchos compañeros y jefes de esa época, varios de ellos que ya no están con nosotros, que sigas cosechando muchos mas éxitos,

    VICENTE CASTILLO

    1. Vicente: Qué alegría reencontrar a un amigo muy querido, de mis compañeros de EL ESPECTADOR. Perdona, por favor, si te respondo hasta ahora, debido a que andaba corriendo con preparativos para viajar con mi esposa para reunirnos de nuevo con las hijas, hijos, nietas y nietos. El informe de EL ESPECTADOR lo elaboré con mucho cariño por ese gran número de hombres y mujeres con quienes tú y yo compartimos años enteros de nuestras afortunadas existencias. Me encanta haber acertado al detallar, uno por uno, los nombres de linotipistas, Jefes de Secciones, corresponsales, etc., por tratarse de personas que tuvieron un momento de brillo profesional y desaparecieron sin dejar rastro al final de sus bellas vidas. Próximamente aparecerán nuevos momentos que compartimos todos. Bendiciones y te deseo lo mejor para tí y tu amada familia. Gracias por tu gentileza al leer mis trabajos.

  2. Mauricio Navarrete Andrade

    Padre cada vez que entro a tu pagina pasa el tiempo de una manera diferente. Puedo pasar horas leyendo historias, enterandome de quienes fueron mis familiares y conociendo sus historias, de donde venimos e imaginando a esas personas en esas historias que nos haces vivir como si estuvieramos hay. Te fecicito y me encantaria ver algo de este contenido convertido en pelicula. Se que hay material muy valioso y seria muy lindo aprovechar tu conocimiento y gran nivel de buscar e indagar para llevarlo a la pantalla grande o chica. Eres genial. Que orgullo ser tu hijo.

    1. Amado hijo: Mil gracias por esa generosidad hacia tu padre. La bella época de la adolescencia y la juventud, cuando soñamos, corremos por el mundo y prácticamente volamos en pos de nuestras ilusiones y después la dedicación absoluta a largos años de trabajo, son etapas que le impiden a los seres humanos mirar a su alrededor en busca de las huellas de sus padres, de sus abuelos, de sus bisabuelos y de otros antepasados cuyo origen, éxitos, esfuerzos y logros en la vida, ignoramos por completo. Por eso para mí cada rostro, cada sonrisa, cada mirada de una persona que ya murió, evoca un mundo maravilloso de aquellos que una vez vivieron y que viajaron al más allá sin poder dejar rastro de su bella existencia. Y precisamente la nostalgia que evoca el recuerdo de quienes cerraron un día sus ojos y exhalaron el último suspiro de vida sin poder dejar un mensaje de amor y de ternura a sus hijos, a sus hijas, a sus nietos, a sus nietas, inflama mi espíritu, inspira mi mente y me lleva a pasar largas horas de madrugada buscando la inspiración que me permita llegar con mis letras a la mente, al corazón, al alma de quienes tienen la gentileza de leerme, con el ánimo de transmitirles a todas y a todos algo de la emoción que me embarga el tratar de revivir las historias de los personajes que hoy nos siguen desde otra dimensión. Tu mismo eres un ser maravilloso por tu comprensión, dedicación y amor hacia la Madre Tierra, por esa maravillosa forma de comunicarte con los árboles, con las aves, con el agua, con el aire que respiras, con ese ánimo de vivir plenamente cada día de tu preciosa existencia. Sigue adelante, amado hijo mío y transmite a la Humanidad ese amor por nuestro Planeta. El Sol es tu fuente inagotable de vitalidad. Sigue tu camino en busca de la felicidad eterna. Eres único. Eres un ser hermoso. Y así quedará registrado un día para la historia de nuestra amada Familia.

    1. Mi querido Felipe: Mil gracias por tu interés en leer las historias que estoy dejando en la Web. Como lo sabes perfectamente, para mí toda persona, sea mujer u hombre, es un ser maravilloso, dotado de inteligencia, conocimientos y la sabiduría que deja la experiencia de la vida. Por eso todos deberíamos hacer lo mismo que vengo haciendo: dejar una huella, dejarle a sus hijos detalles de lo que hizo durante su existencia, con pruebas. Confío que mis reflexiones sirvan de alguna utilidad para que las madres y los padres tomen conciencia de la importancia de darles a sus hijas e hijos la mejor educación internacional, los mejores valores humanos y la capacidad de ser humildes, mesurados, conscientes de sus responsabilidades con la Humanidad, con el Planeta y con nosotros mismos. Gracias por seguirme. Saludos a tu hermana y a tus compañeros de todos los países.

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